Debido a la sequía tuvimos que bajarnos del bote antes de llegar a la comunidad. Con tanta gente, maletas y mercado en un botecito de madera, el río no pudo llevarnos más. Tocó ponerse las botas y caminar. Entrar en Cacarica no siempre es fácil, toca por río: primero en panga pública y después en el bote de la comunidad; y muchas veces, como ocurrió esta vez, terminamos caminando el último pedazo para llegar al destino.
Subiendo de la orilla, nos quedamos bajo un árbol de poma, esperando a los demás y buscando la trocha.