Pasar al contenido principal

La lucha por la tierra

Con unos disparos, le han quitado la vida a Mario Castaño

Después de un mes y medio volvemos a la vereda de La Madre Unión, en la cuenca de los ríos La Larga y Tumaradó. La gente nos recibe con la misma calidez con la que lo hicieron el día de la conmemoración de su retorno[1], cuando recordaron las dificultades que han tenido que superar en los últimos años y celebraron sus logros, la vida y la dignidad de poder cultivar sus tierras. Hoy, los rostros son solemnes. Algo muy triste acaba de pasar.

Llegamos para quedarnos

“La situación que tenemos ahora es crítica”, sentencia Erasmo Sierra, un hombre fuerte de 74 años que lleva con su mujer, Agrepina, 47 años en Jiguamiandó, en el Chocó. “Llegué aquí de peladito”, se ríe Don Erasmo mirando con nostalgia a su mujer. “Hubo tantos zancudos que una no quería ni salir de la cama en las mañanas”, contribuye Agrepina.

“Como el sol de Noruega en invierno”

Todos los días, Enrique Cabezas agradece que él y sus familiares siguen vivos. Es, probablemente, uno de los líderes de tierra más amenazados de la cuenca del río Curbaradó. Hace pocos días, integrantes de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) lo amenazaron nuevamente[1]. De hecho, hace un mes, las AGC mostraron que las amenazas sí se cumplen, pues asesinaron a Duberney Gómez, hijo del reclamante de tierras, Rafael Truaquero[2] a sólo tres kilómetros de la finca de Enrique.