Sirly Cerpa no nació ni creció en la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, ni en San José, pero esto no es un problema para que sea una de los ocho miembros del Consejo Interno de la Comunidad. Ella es oriunda de Tierralta, (Córdoba), y tiene antepasados costeños.
En Alto Joaquín, (vereda que forma parte de la CdP y que se encuentra a dos días de camino del asentamiento central de la Comunidad), la violencia paramilitar de finales de los noventa provocó el desplazamiento de la familia Cerpa hacia el área urbana. Sirly era una niña, pero recuerda bien aquellos años. “Lo más duro siempre han sido los atropellos de los militares hacia la población civil”, nos cuenta y recuerda: “y cuando llegaban los paramilitares a la zona, se llevaban a la gente, la amarraban y hubieron muertos”. Sirly mantiene viva la memoria de un primo asesinado a manos de los paramilitares.
En la Comunidad de Paz encontraron el apoyo de más gente y un lugar, dónde tanto ella como su familia, eran tenidas en cuenta. Recuerda con emoción los momentos en que la CdP ha hecho un llamado a la solidaridad para apoyar a alguno de sus miembros o campesinos vecinos.
Nos habla del año 2013, cuando neoparamilitares del grupo Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) secuestraron a un joven llamado Buenaventura1, en aquella ocasión, se juntaron un buen grupo de gente de la CdP y salieron a buscarlo. Sirly relata que el río estaba crecido y ella se preguntaba: “con un caudal tan alto, ¿será que el río no nos va a dejar cruzar?”. Pero eso no les echó para atrás y siguieron con buen ánimo en su propósito de encontrar al joven secuestrado. Reconoce que “siempre que nos encontramos en medio de situaciones así, a una le da miedo; una no quisiera estar en esos zapatos, pero le toca vivirlo”. Esta es la fuerza colectiva que les da ser parte de la Comunidad de Paz, como ella misma afirma: “esa lucha me da mucha fortaleza, se siente el compañerismo del uno hacia el otro. Es muy bonito”.
Ser elegida para el Consejo Interno fue una sorpresa para Sirly, pero asumió la responsabilidad al ver la confianza que la gente depositó en ella. Ella cree que suele haber menos mujeres en el Consejo porque “las mujeres somos muy tímidas, aunque al final nos damos cuenta que terminamos apoyando en todo”. Según Sirly son muchas las mujeres que están trabajando en lo organizativo, pero no en la parte visible. Estar en el Consejo Interno le obliga “a poner la cara, a asumir responsabilidades y a mostrar que las mujeres también podemos, que somos una fuerza”. Desde su rol trata de animar a las demás mujeres “a que lo vivan de la misma forma que una misma, que no queremos que ninguna lo viva escondida, sino sacando la cara”.
Julia y Tamara
Notas de pie:
- Comunidad de Paz San José de Apartadó: Complicidad, cooperación y protección al crimen: la ‘democracia’ que tenemos, 11 de septiembre de 2013