El 18 y 19 de abril acompañamos a la Comunidad de Paz en su celebración de la Semana Santa. Este año decidieron realizar el via crucis, en las veredas de Arenas Altas y Arenas Bajas, conmemorando a campesinas y campesinos que fueron asesinados en estas tierras desde la década de los ’90. En estos años, grupos paramilitares incursionaron en la zona para obtener el control del territorio y de sus recursos, conllevando un escalamiento del conflicto armado con las FARC, en detrimento de la población civil que era asesinada y despojada de sus tierras. En 1997 el campesinado del corregimiento de San José de Apartadó decidió aliarse y declararse neutrales frente al conflicto armado, lo que dio lugar a nueva experiencia de resistencia civil; la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.
Comenzamos el acompañamiento a Arenas Bajas junto con el Padre Javier Giraldo quien ha apoyado espiritual y políticamente a la Comunidad de Paz desde sus inicios. En la misa del jueves santo, el padre recordó la importancia del amor y la solidaridad para poder vivir y resistir en territorio de paz.
La Comunidad de Paz está reconocida como un ejemplo de resistencia campesina pues uno de sus pilares fundamentales es defender el derecho a cuidar y trabajar la tierra para vivir en ella con dignidad. En los años 2000, tuvieron que hacer frente a bloqueos económicos, en los que grupos paramilitares prohibían el paso de alimentos a las veredas. Entonces, la comunidad optó por la soberanía alimentaria como una alternativa de desarrollo.
A lo largo del recorrido del via crucis, realizamos varias paradas en las que miembros de la comunidad conmemoraron casos de asesinatos y desapariciones contra civiles en esos mismos lugares. Una vez más, la Comunidad quiso recordar a sus muertos; consideran que la memoria es esencial para poder resistir frente a la violencia política.
PBI acompaña la Comunidad de Paz desde 1999. Con nuestro acompañamiento físico y político, intentamos garantizar un espacio seguro para que sus miembros convivan y apuesten por un futuro de paz.
La participación en el via crucis fue muy amplia. Niñas y niños, jóvenes, mayores, organizaciones internacionales de acompañamiento y otras amistades de la comunidad estuvieron compartiendo este camino. La Comunidad de Paz tiene una amplia red de apoyo, tanto nacional como internacional y goza de medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
…. ¡Y tampoco faltó la lluvia!!!!!
Después de 10 horas de camino llegamos a la última parada. En palabras de Germán Graciano, representante legal de la Comunidad, “No sé cuántas personas en el mundo hicieron lo que hicimos hoy. Este es un ejemplo de memoria, de lucha contra el olvido”
¡Finalmente llegamos a la Comunidad y las mulas y los caballos pueden descansar! Estos coloridos murales son el resultado de un proyecto de arte comunitario que quería reflejar la vida diaria de la comunidad. La comunidad se articula gracias al trabajo comunitario que permite dar sostenibilidad a este modo de vida.
Maite Aguirrezabal