El pasado 6 de marzo, con motivo de la celebración del Día Mundial de las Víctimas de Crímenes de Estado, multitudes se movilizaron dentro y fuera del país, para reivindicar la memoria de sus familiares perdidos y el derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Este 6 de marzo, miles de colombianos y colombianas se juntaron en Montería para marchar juntos por la ciudad que es conocida como una región que ha sido fuertemente golpeada por el paramilitarismo, y denunciar al unísono que el despojo de las tierras constituye otro crimen de Estado.
A las 9 de la mañana la tensión y la impaciencia se sienten en los rostros de las personas que esperan congregadas en el parque de Las Golondrinas, lugar desde el que debe empezar la marcha. El calor no ayuda, pero la gente se arremanga, beben agua y se mueven aquí y allá dispuestos a resolver los problemas logísticos de última hora. Por fin, a las 10.30 de la mañana se empieza a caminar: comunidades campesinas, afro descendientes, estudiantes y desplazadas conforman la marcha que va a recorrer las calles de Montería, en búsqueda de verdad y justicia. Hasta aquí los han traído 15 autobuses provenientes de las regiones de Sucre, Antioquia, Atlántico, Magdalena Medio y Bolívar, y 5 más de los alrededores de Montería.
En Colombia una marcha puede poner en peligro a las personas que participan en ella. Algunas de las organizaciones responsables del acto, como el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes del Estado (MOVICE) y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR), han recibido panfletos amenazantes a sus oficinas en los días anteriores a la marcha, acusándoles de colaborar con la guerrilla y declarándolos objetivo militar. Otros organizadores han tenido seguimientos directos en los días previos en Montería. Esos nervios se respiran durante la marcha y mucha gente alerta de personas ajenas que están tomando fotografías o vídeos. Tampoco faltan las bromas y entre los participantes comentan «contando con los escoltas y acompañantes internacionales, debemos llegar a las 2000 personas».
Ha sido un viaje largo hasta Montería y la presión es fuerte, pero son precisamente esas dificultades las que hacen que la marcha avance a paso firme. De fondo se oyen flautas y tambores mientras un amplio repertorio de arengas flotan entre la multitud: algunas dan cuenta de la criminalización que sufren «no somos guerrilla, no somos paracos, somos las víctimas de crímenes de Estado», otras reivindican su papel en la transformación del conflicto armado «somos semilla, somos memoria, somos el sol que renace ante la impunidad». Otros reviven la memoria de allegados y familiares asesinados - «compañero Rogelio Martínez Mercado, ¡presente!»- mientras caminan con imágenes con sus retratos abrazadas a sus pechos.
Desde el 2008 el MOVICE ha concebido el 6 de marzo como el Día Nacional e Internacional de las Víctimas de Crímenes de Estado en Colombia. Este año la movilización se enfoca en el proceso de restitución de tierras, para visibilizar la problemática en torno a la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que muchas organizaciones y líderes campesinos consideran una panacea, y denuncian el peligro que representa por la falta de garantías para las víctimas. Según denuncian muchas organizaciones de derechos humanos en Colombia, la permanencia de estructuras paramilitares en algunas regiones del país ha traído como consecuencia asesinatos selectivos a líderes de procesos de restitución y reclamantes de tierras. Montería es un ejemplo de estos escenarios, y por eso la marcha de este 6 marzo ha supuesto una demostración de compromiso y determinación, en la que multitudes colombianas le han plantado cara a la injusticia vestida de miedo.
«Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio. Toda una vida de lucha».
- Inés