Su hogar está lleno de maleza, pero a pocas horas de su retorno ya podemos apreciar el incansable trabajo de los hombres, mujeres y niños. Con machete y durante horas cortaron la maleza y al final de la primera tarde, ya tienen campamentos con plásticos y colchonetas para dormir. Pero no hay toldillos y los mosquitos no dejan dormir a los recién retornados.
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