Antes de llegar a Colombia había escuchado sobre la Comunidad de Paz de San José de Apartado, gracias al trabajo que había hecho con PBI en Londres.
Allí, escuché cómo la Comunidad había decidido rechazar a los actores armados, tanto legales como ilegales y se había declarado neutral en el conflicto armado colombiano. Su dedicación y convicción me parecieron particularmente inspiradoras y, definitivamente, contribueron a mi decisión de postularme como brigadista de terreno en PBI Colombia.
Ya llevo dos años en PBI, la mayor parte del tiempo he estado en la capital petrolera del país, Barrancabermeja. Después de haber pasado dos años acompañando a personas defensoras de derechos humanos por todo el país, todavía no había tenido la oportunidad de visitar a la Comunidad que me inspiró para embarcarme en esta aventura.
Hace un mes tuve la oasión de visitar al Equipo de Terreno de PBI en Apartadó, como parte de mi nuevo papel en el equipo de coordinación en Bogotá. Durante este viaje, de cinco días, pude ir a la Comunidad de Paz y así poner en contexto a este grupo de defensores valientes, quienes siguen trabajando día a día para defender su territorio y sus ideas.
La Holandita, es la primera y pequeña vereda de la Comunidad de Paz que encuentras cuando viajas desde Apartadó. En la entrada está el famoso cartel que explica los principios y reglas estrictas que cumple la Comunidad. Llegar a este punto, que había visto tantas veces en fotos y documentales, me resultó emocionante y emocional. Emocionante por poder, por fin, poner caras a los nombres y poder sentir la vida comunitaria de este lugar, del cual había escuchado tanto; y, emocional porque esta gente todavía vive en unas condiciones tan duras, en su día a día están bajo amenazas por su persistencia en el territorio y su resistencia al conflicto armado.
A primera vista La Holandita es un lugar idílico, son unas 20 casas cubiertas con flores y pintadas de colores brillantes. Los niños pequeños juegan y los perros corren libremente. Los cultivos de cacao, que representan una parte sustancial de los ingresos de la Comunidad, rodean el lugar y hay varias construcciones de madera, que es donde lo procesan. En el centro de las casas, hay un espacio grande, como una plaza, que sirve para las reuniones de la Comunidad, ahí es donde los líderes hablan de coyuntura y eventos y se comunican con las organizaciones internacionales que les acompañan. Hay otras dos organizaciones que acompañan a la Comunidad de Paz; Fellowship of Reconciliation (FOR) y Palomas Operazione Colomba. Palomas mantiene una presencia permanente en La Holandita y FOR en La Unión, otra vereda que está cerca.
A pesar que no conocía a nadie, la gente me recibió con una gran sonrisa y con la característica calidez de la cultura colombiana. Aunque yo era una cara nueva, me sentía como que representaba al flujo constante de voluntarios y voluntarias de PBI que han estado y pasado por la Comunidad de Paz durante más de 20 años, y entre los cuales se han generado relaciones de amistad, compasión y confianza, todo ello es una parte fundamental del acompañamiento internacional que se da por todo el país.
Conocer a Doña Brigida fue un placer y un verdadero honor. Esta mujer es una piedra fundamental en la vida de la Comunidad de Paz. Mientras termina unos aretes que está haciendo, y que luego le compro, me cuenta historias de la Comunidad y de las tragedias inimaginables que han vivido. Doña Brigida ha sido testigo de todo el proceso de consolidación de la Comunidad y de los ataques constantes, intimidaciones y amenazas que han recibido, por rechazar involucrase en el conflicto.
Mientras miro sus dedos arrugados enhebrando semillas, me doy cuenta de la persistencia por la defensa de la libertad de la Comunidad de Paz. Libertad de poder elegir cómo quieren vivir y realmente estar libre de presiones externas. Muy poca gente en el mundo puede decir que son libres en este sentido.
Pasamos la tarde conociendo a miembros de la Comunidad y hablando de los retos actuales que están enfrentando. Me alegra ver a los nuevos líderes jóvenes, que están siguiendo el ejemplo de sus padres en su convicción de defender a la Comunidad como mejor puedan y asegurar que ésta sobrevive para las siguientes generaciones. Igualmente es un placer conocer a las otras organizaciones que acompañan a la Comunidad de Paz, y que también dedican sus vidas a la protección de las personas defensoras de derechos humanos en Colombia y comparten un mensaje de solidaridad internacional, que es muy importante para las comunidades que viven en medio de un conflictos.
Cuando salimos, me siento refrescada y rejuvenecida, pero mi cabeza está llena de preguntas y preocupaciones por la Comunidad. Situada en un punto muy estratégico del país, los intereses económicos están constantemente acechándolos. A pesar de que las Farc se están retirando de la zona, por el acuerdo de paz, la amenaza que representan los grupos neoparamilitares continúa y pone en peligro a la gente que defiende el derecho de la Comunidad de seguir en su territorio. La Comunidad sigue denunciando la presencia de estos grupos1. Aun con los retos que enfrenta, la Comunidad de Paz sigue estoicamente comprometida con su causa y debe ser fuente inspiración para cada uno y cada una de nosotras.
Hannah Matthews, brigadista británica de PBI Colombia__