Pasar al contenido principal

Venciendo el miedo junto a la comunidad campesina de Pitalito

Venciendo el miedo junto a la comunidad campesina de Pitalito

He regresado a Barrancabermeja después de un par de meses de pausa antes de continuar con mi segundo año en PBI. La noticia del momento es Pitalito. El equipo de trabajo llevaba ya casi un mes acompañando a esta comunidad, cuando yo partí para allí con mi compañero voluntario Yoris,  y ¡no fue una experiencia para nada aburrida! Cuando dos de mis colegas acompañaron a la Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (Fcspp), durante el retorno inicial de la comunidad a Pitalito, apenas pudieron dormir. Hacían guardia durante la noche; hacían frente a visitas sorpresa de madrugada, por parte de militares que querían ver el retorno de Pitalito por sí mismos; y, viajaban de ida y vuelta a la capital municipal, (en bote), para acompañar a los abogados como parte de su trabajo en asuntos legales. Tras la primera semana, la situación se había calmado un poco pero todavía sentíamos que el tener una presencia internacional era importante para garantizar la seguridad de la comunidad en caso de que alguna persona intentase desplazarlos por la fuerza, como había sucedido ya en 2010. A decir verdad, estaba un poco nerviosa. Me gusta ir al terreno y sabía que tendría que acampar durante toda la semana. También sabía que tendría que bañarme en el río, lo cual siempre es divertido, y comer mucha yuca, tal vez tres veces al día, lo que... bueno, o se hace o se pasa hambre. Le tenía miedo a dos cosas: primero, las serpientes (¡hay que traer botas de goma!) y segundo...a la falta de baños. Cada una por separado, eran cosas manejables; pero cuando existe un grave riesgo de que una serpiente te muerda el trasero, una tiende a evitar ir al baño. Sin embargo, preferí no pensar en ello. ¡Esto iba a ser una aventura! [caption id="attachment_1864" align="alignleft" width="474"]Había visto fotos de los acompañamientos previos, también de cuando la comunidad regresó, por aquel entonces sólo existía un claro en medio de algunos árboles. Había visto fotos de los acompañamientos previos, también de cuando la comunidad regresó, por aquel entonces sólo existía un claro en medio de algunos árboles.[/caption] Cuando llegué me impresionó cuanto había cambiado la situación. Había visto fotos de los acompañamientos previos, también de cuando la comunidad regresó, por aquel entonces sólo existía un claro en medio de algunos árboles. Sin embargo, pude apreciar cómo los albergues improvisados se habían convertido en tiendas de campaña grandes y robustas, el área de cocinar contaba con un techo y había agua corriente para un fregadero y una ducha. También se había empezado a cultivar tomates y yuca; y, la comunidad había desarrollado una rutina diaria de trabajo que concluía cada jornada con una reunión. Todas las labores se llevaban a cabo de manera colectiva, lo que era muy emocionante ya que creaba un ambiente comunitario que mantenía motivados a todos. Era algo muy especial. Estas familias habían sido desplazadas apenas tres años antes y, aquí estaban, de regreso a sus terrenos, unidas, dispuestas a quedarse e, incluso, fortalecidas gracias de ello. Mi primer día fue estupendo. Logré conocer a todo el mundo. Todos eran muy simpáticos, (lo cual siempre es una ventaja), y me preguntaron acerca de cada uno de los voluntarios que habían trabajado allí anteriormente. Otro día fuimos al pueblo más cercano con Rommel, el abogado de la Fcspp, para que el pudiera conseguir unos documentos relacionados con el caso que están preparando contra el hombre acusado de desplazar a la comunidad en 2010. Mientras estábamos allí aprovechamos la oportunidad para descargar los vídeos y artículos que habían sido publicados por la prensa internacional acerca del caso de Pitalito. La comunidad no los había visto porque no tenía conexión eléctrica, ni mucho menos internet o computadoras... ¡Menuda noche fue aquella! Creo que hasta ese momento la comunidad sentía que nosotros éramos el único impedimento a un desalojo forzado. Al ver todo el apoyo con el que contaban, más allá de los confines de Pitalito, aumentó su motivación y fe en el proyecto. Nadie los iba a desplazar ilegalmente en un futuro cercano. Ya podrían empezar a pensar más allá de los próximos días y planificar a largo plazo. El apoyo a nivel internacional les mostró que el proyecto de la comunidad campesina de Pitalito ya no era una ambición, sino una realidad. Por la noche, teníamos turnos para vigilar la entrada a la comunidad durante una o dos horas, manteniendo un silbato en la mano por si teníamos que despertar a la comunidad en caso de que fuese necesario. Algunas noches, estábamos solos Yoris y yo y debatíamos sobre la ética del acompañamiento internacional; otras, Rommel nos entretenía con historias de casos judiciales en los que había trabajado, (¡hay que escucharlas para creerlas!); y, en otras ocasiones, estaban también algunos de los habitantes de Pitalito. Recuerdo una noche en particular, en la que uno de los jóvenes nos hablaba sobre la Madre Monte, una figura legendaria que vive en las colinas de los alrededores de Pitalito y que obliga a los hombres a casarse con ella si se portan mal. Y, no era una broma, esto le había sucedido a unos hermanos que vivían en el valle más cercano. Era una conversación absurda, pero también mostraba cuanto ha mejorado la situación de Pitalito. Si la preocupación más urgente de la comunidad de Pitalito, en este momento, es la Madre Monte y, la mía son las serpientes, entonces hemos llegado lejos. Eso no quiere decir que la amenaza de desplazamiento haya desaparecido, sino que no es tan inminente como lo fue cuando la comunidad regresó en mayo. He regresado a la comunidad dos veces. He visto dos serpientes y media, (una de ellas muerta, matada por uno de los niños), y sobreviví. La Madre Monte todavía sigue allá fuera pero hasta ahora no ha aparecido. Mis colegas que han vuelto a visitarles, me han dicho los tomates ya están maduros y hay un baño en funcionamiento, así que estoy emocionada porque voy a regresar este mes y los podré ver yo misma. Las cosas realmente van de mejor en mejor. Sophia Sophia Kerridge ha estado realizando trabajo de campo con PBI desde enero de 2012, en Bogotá y en Barrancabermeja. Es oriunda del Reino Unido.