Desde entonces, nada
Vivo en el Barrio Lleras de Buenaventura nos mudamos porque en la ciudad sí había universidad para los hijos y así ellos podrían seguir estudiando. Mi esposo fue un hombre muy dedicado a su hogar, a sus hijos y a su trabajo, era maestro carpintero y hacía casas muy bonitas. También hacía lanchas y salía a pescar hasta que un día salió de pesca con unos compañeros y nunca más regresaron. No supimos qué pasó con ellos, no quedó rastro, no aparecieron ni las lanchas, ni los motores, nada.