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Aquí falta alguien

Desde entonces, nada

Vivo en el Barrio Lleras de Buenaventura nos mudamos porque en la ciudad sí había universidad para los hijos y así ellos podrían seguir estudiando. Mi esposo fue un hombre muy dedicado a su hogar, a sus hijos y a su trabajo, era maestro carpintero y hacía casas muy bonitas. También hacía lanchas y salía a pescar hasta que un día salió de pesca con unos compañeros y nunca más regresaron. No supimos qué pasó con ellos, no quedó rastro, no aparecieron ni las lanchas, ni los motores, nada.

Por qué lo desaparecieron

El que me falta es mi hijo, Arturo Grefa, que fue desaparecido el 18 de octubre de 2005 Él tenía entonces 19 años. Hasta hoy en día no sé dónde se encuentra, nadie nos ha dado nunca una razón, un mensaje de qué pasó, quién hizo que nunca más supiéramos de él y por qué lo desaparecieron. Mi sueño es que me recupere de todo lo que he sufrido con lo de mi hijo, que nadie más pase por este dolor diario e intenso. Tenemos la esperanza de que nos devuelvan aunque solo sean los restos.
 Jasmin Yoge, Putumayo

Es triste ver la foto de mi hijo muerto

Me mataron a un hijo de 14 años, en 2004. No sé quién lo mató, solo encontramos el cuerpo con disparos, pero no sabemos quién le disparó. Y, gracias a Dios, que lo encontramos  y lo pudimos enterrar.Nos da miedo que esto le ocurra a nuestros otros hijos también. Cuando hay una conmemoración como esta, nos da mayor tristeza porque vemos su foto junto a la de los demás, tantos jóvenes desaparecidos, muertos, sin saber el por qué les hicieron eso.
Alfredo Arboleda, Valle del Cauca

Ojalá no haya más desapariciones

Es la quinta vez que vengo a Bogotá por el Día de las Víctimas de Desaparición Forzada. Mi hija desapareció en el año 2005, en manos de los paramilitares. Desapareció a las tres de la tarde,  en la cabecera municipal de La Dorada, municipio de San Miguel, en el Putumayo. Se la llevaron y hasta el momento no me la entregaron, por esa razón estoy acá, en Bogotá, para pedir justicia y verdad.

LOS QUE MÁS SUFREN SON LOS MÁS PEQUEÑOS

Soy la hermana mayor de Pedro Antonio. Pero también tengo otro desaparecido: mi esposo. A él le hicieron una llamada, salió y nunca más volvió a casa. Yo sé que ya está muerto, pero no he sabido la verdad y necesito saber por qué lo mataron. Es muy duro para mi, pero creo que en estas situaciones, los que más sufren son los más pequeños. Mi hijo quedó huérfano cuando tenía ocho años. En esa época no le dio tan duro porque no entendía, pero ahora que tiene dieciséis años, y sí siente ese vacío.

¿DÓNDE ESTÁ?

Pedro Antonio Peña era mi hijo. Un día de 2002 se fue a Calamar, (Guaviare), donde había encontrado trabajo. A los dos meses de haberse ido, me envió 200.000 pesos para sus tres hijos, a los que estábamos cuidando entre las abuelitas. Después de esto, nunca más supe de él. Pienso que lo desaparecieron, porque ya son casi quince años de haberse perdido de esta manera y de no llamarme, ni decirme nada. No hay un día que no piense en mi hijo, sangre de mi sangre, ya sea preparando la comida, un 24 de diciembre o un año nuevo siempre me pregunto lo mismo: ¿dónde está?

Nunca más regresó

Mi hijo Héctor era carpintero. Con todos mis hijos me llevo muy bien y con él, que era el mayor, aún mejor. Me acuerdo tanto del domingo 3 de agosto de 2014, me dijo: “Mamá, he conocido a una muchacha. Estoy enamorado”. Estaba muy feliz. El día siguiente, después del trabajo, lo llamaron supuestamente dos amigos. Luego vinieron por él para que fuera a construir la fachada de una casa. A mí me dieron mala espina, pero Héctor me dijo que no pasaba nada. Era mentira. Ya tenían un plan preparado para matarlo.