Soy la hermana mayor de Pedro Antonio. Pero también tengo otro desaparecido: mi esposo. A él le hicieron una llamada, salió y nunca más volvió a casa. Yo sé que ya está muerto, pero no he sabido la verdad y necesito saber por qué lo mataron. Es muy duro para mi, pero creo que en estas situaciones, los que más sufren son los más pequeños. Mi hijo quedó huérfano cuando tenía ocho años. En esa época no le dio tan duro porque no entendía, pero ahora que tiene dieciséis años, y sí siente ese vacío. Y para mi, ha sido muy duro ayudarlo con los estudios, aconsejarlo, trabajar y sacar a mi familia adelante.
Soy parte de un grupo de teatro que se llama El Tente, junto con otras mujeres familiares de personas víctimas del conflicto armado. En nuestra obra “Anunciando la ausencia”, contamos nuestras historias con la esperanza de poder visibilizar la problemática de la desaparición forzada y dar a conocer nuestras realidades llenas de dolor, injusticia e impunidad. Este ejercicio artístico nos ha permitido, de una manera u otra, sanar interiormente y desahogarnos para salir poco a poco adelante.
Ojalá firmen la paz y cumplan los acuerdos, que no se queden sólo en palabras. Todos los días me hago la misma pregunta: ¿será posible esta paz tan maravillosa para las generaciones que vienen, para nuestros nietos? ¿Será de verdad un país bonito donde no haya todo este dolor?
María del Rosario Peña, Villavicencio