Los abrazos y frases de gratitud de la gente que acude con la esperanza de tener justicia es lo más significativo en la vida de Reynaldo Villalba. El abogado de 61 años lleva casi treinta representando a víctimas de graves violaciones de derechos humanos y a reconocidas personas defensoras de la paz. En estos momentos, Villalba tiene muchas razones para celebrar porque la Corte Suprema de Justicia, en un fallo sin precedentes, impuso detención domiciliaria al expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez por el presunto soborno de testigos, hechos que fueron denunciados por el senador Iván Cepeda representado ante la Corte por Villalba.
Reynaldo Villalba nació en Pasca un pequeño pueblo de Cundinamarca, colgado de las laderas de la cordillera oriental de los Andes. Su papá, dentista empírico, le transmitió sus conocimientos sobre odontología, los que le serían útiles más adelante cuando ejerció como maestro en escuelas del páramo del Sumapaz a las que arribaba después de cabalgar en mula o caballo durante horas. Su sueño de colegio: estudiar en la Universidad Nacional de Colombia. Durante su primer año de residencia en Bogotá se ganó la vida como vendedor de libros puerta a puerta y como obrero nocturno en una fábrica de textiles antes de ejercer como profesor de primaria en el páramo de Sumapaz, donde alternó su actividad docente con su labor de dentista aliviando los malestares dentales de los campesinos a quienes por la distancia se les dificultaba el acceso a los centros de salud. Años más tarde, ingresó a estudiar derecho en la Universidad Nacional, desde las aulas universitarias supo que dedicaría su actividad profesional en procura de la justicia social, en la defensa y promoción de los derechos humanos, pues su experiencia personal había marcado si destino. Se graduó en 1989 y poco después comenzó a trabajar en el prestigioso Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Ccajar), organización a la que admiraba desde su época universitaria.
Las carpetas secretas del Ejército
Durante la cuarentena PBI habló con Reynaldo Villalba sobre las acciones de inteligencia ilegal ejecutadas por el Ejército que reveló la revista Semana en mayo de 2020. Durante 2019, las actividades de al menos 130 periodistas, opositores políticos, sindicalistas y personas defensoras de derechos humanos, entre ellas integrantes del Ccajar, fueron blanco del seguimiento informático1. Para Villalba, “no es ninguna sorpresa lo que acaba de ocurrir con la inteligencia militar”. El Ccajar lleva 40 años trabajando por los víctimas de violaciones de derechos humanos y del conflicto armado, dice que “han sido 40 años de persecución constante”2.
¿Por qué recurrió el Ejército a inteligencia ilegal? Según el abogado, “estas operaciones no solamente pretenden conocer qué hacemos, qué víctimas apoderamos, qué procesos llevamos, a quiénes pensamos presentar o llevar ante la justicia, o cuáles son las acciones principales de impunidad que estamos atacando, sino que esas actividades ilegales de inteligencia también pueden ser la antesala de acciones muchísimos más graves como amenazas, campañas de desprestigio, montajes judiciales y atentados contra la vida”.
La paz perjudicada
La persecución también afecta al proceso de paz que se firmó entre el Gobierno Nacional y las FARC y del cual es producto el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No-repetición. Por ejemplo, explica Villalba, la Justicia Especial para la Paz (JEP) “ha sido objeto de acciones ilegales de inteligencia, montajes judiciales y campañas de prestigio, también han sido víctimas los abogados que litigan ante la JEP, acompañando a las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, especialmente a las víctimas de crímenes de Estado y del paramilitarismo”. También la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad ha sido objeto de campañas de desprestigio “para quitarle la importancia que tiene, porque lo que quieren los detractores es que el país no conozca la verdad de lo que ha ocurrido en estos últimos 50 años de nuestra historia, quieren imponer una versión oficial de la historia para ocultar la verdad sobre los crímenes de Estado y su estrategia paramilitar”.
Una persecución histórica
Los abrazos y frases de gratitud de la gente que acude con la esperanza de tener justicia es lo más significativo en la vida de Reynaldo Villalba. El abogado de 61 años lleva casi treinta representando a víctimas de graves violaciones de derechos humanos y a reconocidas personas defensoras de la paz. En estos momentos, Villalba tiene muchas razones para celebrar porque la Corte Suprema de Justicia, en un fallo sin precedentes, impuso detención domiciliaria al expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez por el presunto soborno de testigos, hechos que fueron denunciados por el senador Iván Cepeda representado ante la Corte por Villalba.
“La persecución que sufrimos durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, a través del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, una agencia de inteligencia que dependía directamente de Presidencia de la República es muy reveladora en ese sentido”, señala Villalba. Durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez, (2002-2010), el DAS desató una persecución sistemática y generalizada contra líderes de la oposición, magistrados, periodistas o integrantes de organizaciones de derechos humanos3. Villalba recuerda que el DAS tuvo como objetivo número uno al Colectivo de Abogados y persiguió a las personas defensores de derechos humanos en todos los ámbitos y de muchas maneras: a través de montajes judiciales, detenciones arbitrarias, campañas de desprestigio, sabotaje, amenazas, atentados y asesinatos.
Uno de los terribles recuerdos que resurgen en la memoria del abogado es el paquete que por correo llegó a la residencia de su colega Soraya Gutiérrez, en ese momento presidenta del Ccajar, el cual “contenía una muñeca decapitada, descuartizada, con los ojos quemados; untado de esmalte rojo todo su cuerpo, especialmente en su zona genital, como mostrando violación. La muñeca estaba acompañda de una nota escrita a mano que decía ´Usted tiene una familia muy linda, cuídela, no la sacrifique´; mensaje que indudablemente hacía referencia a su pequeña hija”.
También Villalba tiene innumerables historias personales: El entonces presidente Álvaro Uribe en 2004 hizo referencia a Villalba en el parlamento europeo en Estrasburgo lamentando la presencia de “un abogado que deambula como un fantasma por los pasillos del Parlamento Europeo que es del Colectivo de Abogados que defiende a la guerrilla”, una denuncia que le traería como consecuencia amenazas de muerte a su regreso a Colombia.
Villalba recuerda que hace años, su pequeño hijo le preguntó: “¿Papá, por qué te matan tanto a tus amigos?, entonces comprendió que delante de su pequeño, Villalba comentaba sobre el asesinato de personas conocidas suyas como sindicalistas, integrantes de la UP, activistas y lideres sociales. Sólo atinó a contestarle que sus amigos querían justicia y había personas que no les gustaba la justicia. En otra ocasión su hijo lo vio poniéndose el chaleco antibalas y le pregunto:“¿Papá qué es eso?”, a lo que le contestó su padre: “Una faja para la columna”. “¿Y a esa faja le entran las balas?”, indagó su hijo. Los hijos crecen en medio de un clima de persecución constante a sus padres, concluye Villalba. “Son persecuciones que dejan huella para toda la vida”.
La persecución a la familia es algo a lo que usualmente se ven enfrentados las y los miembros del Ccajar. Hay muchos hechos que revelan cómo la familia sufre intensamente esa persecución. “Los niños nuestros han sido objeto de filmaciones, registros fotográficos, seguimientos a los colegios”.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos estudia el caso de persecución
“Han sido muchos momentos en la vida en la que nos decimos: ´Me pueden matar en cualquier segundo´”, confiesa Villalba. Tal ha sido la gravedad de la situación que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) decidió estudiar el caso por persecución estatal contra integrantes del Ccajar. Villalba espera que “una sentencia de la CoIDH le sirva al Ccajar, a todas las organizaciones defensoras de derechos humanos de Colombia, de América Latina y del mundo”.
Al tener la certeza que efectivamente integrantes del Ccajar fueron nuevamente víctimas de acciones ilegales de inteligencia, el Colectivo se presentó como víctima ante la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Hasta el 21 de julio, día de la entrevista, no han sido reconocidos como víctimas, señala Villalba y no han tenido acceso a la información sobre las personas y actividades del Ccajar que fueron objeto del monitoreo. “Obviamente la tarea nuestra es obligar a que la Fiscalía General de la Nación cumpla con sus obligaciones de decirle la verdad al país sobre la identidad de los máximos responsables, determinar quiénes dieron las órdenes de llevar a cabo esas labores ilegales de inteligencia, y para quién era la información, quiénes los beneficiarios”.
Frente a la sistemática persecución a la que han sido sometidos “nos mantiene vivos el compromiso político que tenemos con la sociedad colombiana y el compromiso que tenemos con la verdad y con la justicia”, explica Villalba. “Trabajar por los derechos humanos con verdadero compromiso, no sería posible sin tener en nuestra mente el rostro de la víctima, que tiene la esperanza puesta en nuestro trabajo”. “Las víctimas son la energía que permite que sigamos empeñados en la defensa y la promoción de los derechos humanos y la construcción de un país para todos y todas”.
Bianca Bauer
Nota de pie:
1 Semana: Las carpetas secretas, 1 de mayo de 2020
2 Entrevista con Reynaldo Villalba, 21 de julio de 2020
3 PBI Colombia: Actividades ilegales del DAS, 31 de julio de 2016