Ese domingo, en las horas de la madrugada, con una luna brillante y una fuerza dentro invencible, se despertaron las mujeres y sus acompañantes, cuidadores y soñadores del colectivo Cuerpos Gramaticales para realizar la conmemoración: después de un año de preparación llegó el día de la acción performatica de Cuerpos Gramaticales. Es el quinto año que decenas de personas extraordinarias eligen sembrarse para reivindicar sus derechos, “para hablarle al país de las historias de vida y muerte que se esconden detrás de la frialdad de las cifras del conflicto armado colombiano”[1], para hacer catarsis con la conexión de la tierra y expresar su voluntad de sanación, de reconciliación para decir en una sola voz basta ya de tantas violencias.
Este año la acción performatica tuvo lugar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, el 25 de noviembre, con el propósito de que “la siembra de cuerpos reunirá las voces y sentires de mujeres de todo el país, que han sido violentadas durante décadas. Fue un proceso de catarsis colectiva gracias al trabajo que realizaron estas mujeres para reconocer, reconstruir y sanar esa historia silenciosa de abusos y violencias, infringidas en sus cuerpos y que han contribuido a ampliar las brechas sociales y de género”[2]. Fue una acción, para expresar su rechazo a tantos feminicidios, a tantas violencias en contra del cuerpo físico y emocional de las mujeres, dentro y fuera del conflicto armado, por las cuales más de 50 mujeres se sembraron en el Parque Nacional de Bogotá durante 6 horas.
La elección de la ubicación no fue fortuita, en este sitio fue violada, torturada y asesinada Rosa Elvira Cely, el 24 de mayo del 2012[3]. Ese crimen atroz que conmovió el país abrió un debate sobre las violencias que sufrían las mujeres y llegó al reconocimiento del feminicidio en los códigos penales: “Rosa Elvira expuso las múltiples formas de violencia a las que estaban expuestas las mujeres y para las cuales el legislador no tenía respuesta. Con el caso empezaron a haber voces en favor de una reforma legislativa, hablaban de pena de muerte, de cadena perpetua. Lo que hicimos fue leer ese llamado que hacía la ciudadanía, que quería acciones efectivas”, expresó Isabel Agatón, una de las personas que impulsó la ley del Feminicidio, conocida como ley Rosa Elvira Cely, que permitió reconocer en ciertas formas los asesinatos de mujeres como violencia de género[4]. Luego de varios debates se aprobó esa ley el 6 de julio 2015, la cual reconoce el tipo penal del feminicidio, visibilizando esa problemática tan grande que existe en Colombia[5].
La violencia en contra de las mujeres es preocupante, en América Latina, cada día son asesinadas nueve mujeres por la violencia machista[6], y esta cifra sale de los casos que son conocidos. Las estadísticas en Colombia son preocupantes y van creciendo: en el año 2017 se contabilizó en Colombia, 1.002 asesinatos de mujeres, de los cuales 144 solamente fueron contabilizadas como violencia de género debido a que el agresor era la pareja o expareja[7]. El homicidio es el peor acto de violencia, pero existen varios tipos de agresiones en contra de las mujeres, como son las violaciones sexuales, ataques de ácido, entre otros. También existen los casos de violencia en contra de las mujeres en el marco del conflicto armado: según cifras de ONU Mujeres hasta 400.000 mujeres fueron asesinadas y más de 2.700.000 sufrieron desplazamiento forzado entre 1995 y 2011; y un informe reciente del Centro Nacional de Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo, expone que más de 15.000 mujeres sufrieron violaciones sexuales. “El cuerpo de las mujeres —el 91,6% de esos casos— terminó muchas veces convertido en el botín de los combatientes”[8]. De esta problemática se agrega el miedo a denunciar y los altos niveles de impunidad: “según un estudio de la Fiscalía de ese año, la impunidad en la violencia contra la mujer ha llegado a ser hasta del 96%. La justicia en Colombia tiende a culpar a las mujeres o a no creerlas, y a excusar a sus agresores, cuando enfrentan casos de violencia de género, de acuerdo con los expertos[9].” [caption id="attachment_10646" align="alignnone" width="1200"] #YoMeSiembroPor - Taller de preparación del cuerpo a la siembra[/caption] El 24 de noviembre del presente año, me encontré en un taller de preparación para la siembra de cuerpos gramaticales, escuchando esas mujeres valientes contando historias y las razones para participar en la acción performatica, mi propio cuerpo se llenó de emociones y sentimientos:
Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos en los territorios, organizaciones de víctimas hacen parte del colectivo y a principio de este año, haciendo el balance de lo que había sucedido al año anterior, quisieron contar las historias marcadas en los cuerpos de las mujeres del colectivo, pero también las historias de los asesinatos de las lideresas sociales: “desde principios de año, desde el colectivo empezamos a conversar la importancia de reconocer las violencias que han sido inscritas en los cuerpos de las mujeres, comenzamos indagando el tema de los feminicidios en Colombia, a reconocer las historia de las sobrevivientes de estos ataques recibido en los cuerpos, pero lo que fue verdaderamente importante y que impulso la unión de más de 30 organizaciones, fue reconocernos desde nuestro cuerpo individual, cómo esas violencias de género habían sido ejercidas en nosotras también y así desde el cuerpo colectivo identificarlas para reflexionarlas y encontrarnos en el proceso de catarsis”, me explica Sandra Álvarez, una de las fundadoras de este proceso. Por otro lado, el objetivo fue visibilizar las historias de las mujeres detenidas y cómo sus cuerpos siguieron hablando después de haberlas desaparecido, como el caso de Nydia Erika Bautista quien fue encontrada violada y torturada durante su desaparición. Otro aspecto que se nombró con la acción de cuerpos, fue honrar a las mujeres que lucharon, se levantaron y cuidaron las vidas en medio del conflicto armado, buscaron sus hijos e hijas, “resaltando el trabajo digno que han realizado esas mujeres, esas defensoras del territorio”, destaca Sandra. [gallery ids="10656,10648" type="rectangular"] Rosa Álvarez es una mujer y madre que ha viajado desde Medellín para participar a la acción. Ella hace parte de otro colectivo que nació en Medellín, el Partido de las Doñas, “un partido hermoso y compartido”, como lo describe ella, que une a madres que han perdidos a sus hijos e hijas en medio de la violencia de la ciudad, “nos une el dolor”, me dice ella, “pero a pesar de este dolor hay que seguir adelante y hemos recibido un apoyo incondicional por estas organizaciones por lo cual me siento muy agradecida”. El día de la siembra, ella se encontraba en el centro de la acción al lado de Luz Marina Bernal, lideresa del colectivo de las Madres de Soacha, con la foto de su hijo. Cuando le pregunté porque se sembró me contesta: “nosotras las mujeres, somos un género que ha sufrido muchas discriminaciones por el machismo. Esta acción es importante para hacernos sentir, hacernos ver que nosotras también valemos y darle entender a los hombres y al mundo, que, si no fuera por las mujeres, este mundo no existiera”. [gallery ids="10649,10650" type="rectangular"] Estaba acompañada de Gloria González, también de Medellín y del Partido de las Doñas, una mujer de 64 años que se sembró “por miles de razones: por el respeto que nos deben, para que haya más justicia social, por una vida digna, un trabajo equitativo, para tener acceso a la salud, por tantas dificultades, tanta falta de oportunidades, para mostrar que nosotras las mujeres estamos presentes y que vamos por delante”. Después de la siembra, Gloria me comentó como se sintió: “se le mueve a uno todas las figuras del corazón, del cuerpo… Es una experiencia muy bella en la que uno siente que está relajando y que está diciendo cosas en silencio, sin violencia. Me sentí muy digna, fue un nuevo renacer”. [caption id="attachment_10647" align="alignnone" width="1200"] Gloria Gónzalez[/caption] Esa mañana del domingo 25 de noviembre fue lleno de mensajes reivindicativos, fue una unión entre mujeres, pero también hombres que rechazan estas violencias. Al finalizar la acción performatica las 40 mujeres que se sembraron se unieron con las personas presentes apoyando la iniciativa, el grito de ellas y ellos fue “nos unamos y movilizamos para garantizar una sociedad libre de violencias, somos Cuerpos Gramaticales”, luego leyeron un manifiesto que escribieron para reivindicar el empoderamiento de las mujeres y que nadie acepte más esas violencias en contra de ellas y de sus cuerpos, solo por el hecho de ser mujeres. Un momento de fuerza y de esperanza, lleno de sonrisas. [gallery ids="10645,10644" type="rectangular"]
Cuerpos que narran resistencia
La violencia en contra de las mujeres es preocupante, en América Latina, cada día son asesinadas nueve mujeres por la violencia machista[6], y esta cifra sale de los casos que son conocidos. Las estadísticas en Colombia son preocupantes y van creciendo: en el año 2017 se contabilizó en Colombia, 1.002 asesinatos de mujeres, de los cuales 144 solamente fueron contabilizadas como violencia de género debido a que el agresor era la pareja o expareja[7]. El homicidio es el peor acto de violencia, pero existen varios tipos de agresiones en contra de las mujeres, como son las violaciones sexuales, ataques de ácido, entre otros. También existen los casos de violencia en contra de las mujeres en el marco del conflicto armado: según cifras de ONU Mujeres hasta 400.000 mujeres fueron asesinadas y más de 2.700.000 sufrieron desplazamiento forzado entre 1995 y 2011; y un informe reciente del Centro Nacional de Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo, expone que más de 15.000 mujeres sufrieron violaciones sexuales. “El cuerpo de las mujeres —el 91,6% de esos casos— terminó muchas veces convertido en el botín de los combatientes”[8]. De esta problemática se agrega el miedo a denunciar y los altos niveles de impunidad: “según un estudio de la Fiscalía de ese año, la impunidad en la violencia contra la mujer ha llegado a ser hasta del 96%. La justicia en Colombia tiende a culpar a las mujeres o a no creerlas, y a excusar a sus agresores, cuando enfrentan casos de violencia de género, de acuerdo con los expertos[9].” [caption id="attachment_10646" align="alignnone" width="1200"] #YoMeSiembroPor - Taller de preparación del cuerpo a la siembra[/caption] El 24 de noviembre del presente año, me encontré en un taller de preparación para la siembra de cuerpos gramaticales, escuchando esas mujeres valientes contando historias y las razones para participar en la acción performatica, mi propio cuerpo se llenó de emociones y sentimientos:
- “yo me siembro porque necesito sanar, necesito reconciliarme con mi cuerpo”;
- “yo me siembro porque fui violada por mi padre cuando tenía 10 años y quiero denunciar estos hechos y sanar como mujer”;
- “yo me siembro por las mujeres que han sufrido las torturas, las violaciones y las desapariciones forzadas en este conflicto absurdo”;
- “yo me siembro por las madres, que nos han tocado sufrir la perdida de nuestros hijos e hijas causada por la violencia de este país”;
- “yo me siembro por las mujeres que no pudieron ser, ni tener”.
Un acto de memoria viviente
Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos en los territorios, organizaciones de víctimas hacen parte del colectivo y a principio de este año, haciendo el balance de lo que había sucedido al año anterior, quisieron contar las historias marcadas en los cuerpos de las mujeres del colectivo, pero también las historias de los asesinatos de las lideresas sociales: “desde principios de año, desde el colectivo empezamos a conversar la importancia de reconocer las violencias que han sido inscritas en los cuerpos de las mujeres, comenzamos indagando el tema de los feminicidios en Colombia, a reconocer las historia de las sobrevivientes de estos ataques recibido en los cuerpos, pero lo que fue verdaderamente importante y que impulso la unión de más de 30 organizaciones, fue reconocernos desde nuestro cuerpo individual, cómo esas violencias de género habían sido ejercidas en nosotras también y así desde el cuerpo colectivo identificarlas para reflexionarlas y encontrarnos en el proceso de catarsis”, me explica Sandra Álvarez, una de las fundadoras de este proceso. Por otro lado, el objetivo fue visibilizar las historias de las mujeres detenidas y cómo sus cuerpos siguieron hablando después de haberlas desaparecido, como el caso de Nydia Erika Bautista quien fue encontrada violada y torturada durante su desaparición. Otro aspecto que se nombró con la acción de cuerpos, fue honrar a las mujeres que lucharon, se levantaron y cuidaron las vidas en medio del conflicto armado, buscaron sus hijos e hijas, “resaltando el trabajo digno que han realizado esas mujeres, esas defensoras del territorio”, destaca Sandra. [gallery ids="10656,10648" type="rectangular"] Rosa Álvarez es una mujer y madre que ha viajado desde Medellín para participar a la acción. Ella hace parte de otro colectivo que nació en Medellín, el Partido de las Doñas, “un partido hermoso y compartido”, como lo describe ella, que une a madres que han perdidos a sus hijos e hijas en medio de la violencia de la ciudad, “nos une el dolor”, me dice ella, “pero a pesar de este dolor hay que seguir adelante y hemos recibido un apoyo incondicional por estas organizaciones por lo cual me siento muy agradecida”. El día de la siembra, ella se encontraba en el centro de la acción al lado de Luz Marina Bernal, lideresa del colectivo de las Madres de Soacha, con la foto de su hijo. Cuando le pregunté porque se sembró me contesta: “nosotras las mujeres, somos un género que ha sufrido muchas discriminaciones por el machismo. Esta acción es importante para hacernos sentir, hacernos ver que nosotras también valemos y darle entender a los hombres y al mundo, que, si no fuera por las mujeres, este mundo no existiera”. [gallery ids="10649,10650" type="rectangular"] Estaba acompañada de Gloria González, también de Medellín y del Partido de las Doñas, una mujer de 64 años que se sembró “por miles de razones: por el respeto que nos deben, para que haya más justicia social, por una vida digna, un trabajo equitativo, para tener acceso a la salud, por tantas dificultades, tanta falta de oportunidades, para mostrar que nosotras las mujeres estamos presentes y que vamos por delante”. Después de la siembra, Gloria me comentó como se sintió: “se le mueve a uno todas las figuras del corazón, del cuerpo… Es una experiencia muy bella en la que uno siente que está relajando y que está diciendo cosas en silencio, sin violencia. Me sentí muy digna, fue un nuevo renacer”. [caption id="attachment_10647" align="alignnone" width="1200"] Gloria Gónzalez[/caption] Esa mañana del domingo 25 de noviembre fue lleno de mensajes reivindicativos, fue una unión entre mujeres, pero también hombres que rechazan estas violencias. Al finalizar la acción performatica las 40 mujeres que se sembraron se unieron con las personas presentes apoyando la iniciativa, el grito de ellas y ellos fue “nos unamos y movilizamos para garantizar una sociedad libre de violencias, somos Cuerpos Gramaticales”, luego leyeron un manifiesto que escribieron para reivindicar el empoderamiento de las mujeres y que nadie acepte más esas violencias en contra de ellas y de sus cuerpos, solo por el hecho de ser mujeres. Un momento de fuerza y de esperanza, lleno de sonrisas. [gallery ids="10645,10644" type="rectangular"]
Nathalie Bienfait