Sin lugar a dudas, Olga Silva es una dedicada luchadora social, con genuinas convicciones entorno a la defensa de los derechos humanos. En su mirada y acciones guarda el anhelo y motivación para aportar a la construcción de un país donde existan garantías plenas y se pueda construir la paz con justicia social. Es una persona que se expresa de manera firme y clara en los juzgados, posicionándose del lado de las víctimas y representándolas con un sentimiento de empatía que resulta en algo sencillamente admirable. Fuera de los juzgados, Olga, es una persona cercana, que se interesa en los temas que le comentan, mostrando un lado humano en el trato cariñoso y cálido con las personas.
Olga Silva es una colombiana cuya vocación se encuentra en la defensa de los derechos humanos. Abogada de profesión, es la actual directora de la organización Humanidad Vigente. El principal trabajo que desarrolla la organización de derechos humanos, es la lucha contra la impunidad, haciendo énfasis en los derechos de las niñas, los niños, las mujeres y la defensa del territorio, eso incluye también mucho trabajo con las personas que viven en los sectores campesinos e indígenas, que viven en las zonas rurales de Colombia. Son sectores que han experimentado de manera innegable la situación del desplazamiento en diferentes zonas del país y motivo por el cual, inicialmente, nació Humanidad Vigente.
Para Olga, haber crecido en el campo donde había diversas situaciones de abandono estatal y de insatisfacción de necesidades básicas, le significó conocer un contexto que la marcaría mucho en la vida. Para seguir adelante con esta motivación, encontró un espacio académico en la Universidad Nacional, sumado a la experiencia que adquirió como docente encontrándose con los sectores populares en procesos de alfabetización.
El trabajo que realiza, requiere tener un acercamiento profundo y cuidadoso a casos de violaciones de derechos humanos, donde el dolor se hace más presente que nunca y en donde el tejido social es fuertemente vulnerado, acarreando una serie de consecuencias a nivel emocional para la abogada. En sus palabras: “Todos los casos son muy dolorosos, todos son una tragedia y detrás de cada uno hay más tragedias”.
Con certeza, uno de los más significativos a nivel nacional, por la naturaleza de los hechos (no solo para Olga Silva y Humanidad Vigente), fue la condena a 60 años de prisión[1] a un Teniente del Ejército Nacional por el caso conocido como “las niñas y niños de Tame”. Sentencia proferida en 2012, confirmada en 2013 y ratificada en agosto de 2014[2].
El Teniente fue condenado por la violación de dos niñas de 13 y 14 años, y el homicidio de una de ellas, junto a su dos hermanos de 9 y 6 años, los hechos ocurrieron en octubre de 2010, en la zona rural del municipio de Tame, (Arauca).
Lo fuerte de este caso para Olga se debió a diversos factores. Primero, la calculada brutalidad de los hechos, seguido de su condición de madre con la natural empatía que de ahí se emana; y tercero, por las graves amenazas que sufrió a lo largo de este caso, cuyo objetivo era atentar contra la integridad y dignidad de las mujeres: “…Hubo situaciones de amenazas, como el asesinato de la Juez que en su momento iba a dar inicio al juicio. En el marco de eso, yo como abogada defensora recibí amenazas a mi teléfono donde me decían como me iban a agredir sexualmente y creo que, claro, todo eso genera muchísima situación que desestabiliza emocionalmente…”.
Este caso es, en materia de derechos humanos, además de emblemático, de suma importancia a nivel nacional e internacional. Sobre todo, en un país donde existe un 98% de impunidad en casos de violencia sexual contra las mujeres[3]. Este tipo de violencia de género es un hecho que se suma al complejo, desigual y poco equitativo contexto al que muchas mujeres han tenido y tienen que seguir enfrentando.
Desde la mirada y experiencia de Olga, el papel de las mujeres como defensoras de derechos humanos se enfrenta a una dificultad poco hablada, relacionada con los retos que supone para las mujeres el asumir un rol diferente en una sociedad donde el papel de éstas se encuentra asociado a otro tipo de trabajos y, en el peor de los casos o, quizás, únicamente vinculado al hogar. Por ello, las defensoras de derechos humanos atraviesan, de manera frecuente, por procesos de ruptura familiar, lo que generalmente significa asumir (entre otras cosas) la responsabilidad de su familia, de sus hijas e hijos y las dificultades que esto puede conllevar para desarrollar su vida laboral.
La defensa de los derechos humanos, para las mujeres es un trabajo que sin duda conlleva un riesgo diferencial (y elevado) pero que ni de esa manera logra frenar el ímpetu y motivación por la labor que realizan defensoras de derechos humanos como Olga Silva[4].
Sergio
Notas de pie:
- Máxima pena en Colombia y segunda persona en recibirla.
- El Tiempo: En firme, condena a teniente (r) Muñoz por crimen de niños de Tame, 12 de Agosto de 2014
- Contagio Radio: Ante la CIDH se denunció 98% de impunidad en casos de violencia sexual en Colombia, 22 de octubre de 2015
- Para conocer más sobre Olga Silva, mirar entrevista realizada por PBI Colombia en: PBI Colombia: Detrás de cada caso hay más tragedias, 03 de marzo de 2015