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El caminar de las mujeres en la Comunidad de Paz de San José de Apartadó

El caminar de las mujeres en la Comunidad de Paz de San José de Apartadó

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó situada en la región del Urabá Antioqueño, nació en 1997 en medio de la violencia generada por el conflicto armado. En una proclamación de neutralidad activa [1] y a través del concepto de distinción del DIH, campesinos y campesinas de diferentes veredas se organizaron para firmar una declaración que les identificaba como Comunidad de Paz en rechazo de todos los grupos armados presentes en su territorio. Tras casi 25 años de resistencia pacífica, sigue siendo un modelo inspirador de vida comunitaria que además, ha contribuido a la incorporación de perspectivas sobre la igualdad de género que han permitido una evolución en la participación política y social de las mujeres. Perspectiva que analizamos junto con Sirly Cerpa, quien fue miembro del Consejo Interno durante seis años.

[caption id="attachment_13324" align="aligncenter" width="263"] Sirly Cerpa en la Aldea Rigoberto Guzmán, donde vive actualmente. Foto: Margherita Forni[/caption]

Proveniente de la vereda Alto Joaquín, en Tierralta, departamento de Córdoba, Sirly y su familia fueron desplazadas del territorio cuando ella todavía era muy joven. Fue al retornar a su tierra que conocieron la Comunidad de Paz de San José Apartadó y, según nos cuenta, esto representó algo tan simple y vital como la posibilidad de regresar a trabajar la tierra al campo. “Se trataba de construir protección del uno con el otro. Una forma bonita de llevar la vida”. Después de tres años haciendo parte de la Comunidad de Paz, le propusieron ser miembro del Consejo Interno, y aunque al principio no se sintió preparada, el hecho de que la comunidad viera en ella las aptitudes necesarias, le hizo aceptar esa parte de la responsabilidad que conlleva estar en un proceso colectivo de estas características.

[caption id="attachment_13329" align="alignnone" width="5472"] Comunidad de Paz de San José de Apartadó
Foto: Bianca Bauer[/caption]

Reflexionando desde una perspectiva de memoria histórica sobre el marco organizacional, las mujeres siempre han sido un componente imprescindible dentro de la Comunidad de Paz San José de Apartadó. En la década de los 90, los enfrentamientos entre guerrilla, paramilitares y Ejército cubrían la región mientras se sucedían las masacres [2] y los desplazamientos forzados [3]. La Comunidad tenía la necesidad de establecer rutas de actuación en caso de que se dieran situaciones de peligro, contemplando siempre la posibilidad de que sus compañeros y líderes fueran asesinados. Si eso sucedía, eran las mujeres las que quedaban a cargo de los hogares y de la Comunidad junto con la responsabilidad de liderarla y protegerla, motivo por el que ellas mismas decidieron que el Consejo Interno era un espacio del que también se tenían que apropiar.

Empezaron con una representación minoritaria dentro del Consejo, pero actualmente las voces de los hombres, las mujeres y jóvenes tratan de ser reconocidas, representadas y escuchadas por igual en los espacios propios al Consejo. “Algunas eran mujeres mayores, otras jóvenes y muchas de ellas madres, pero a pesar del miedo, era un riesgo que había que asumir. No es que todas fueran valientes y quisieran estar al frente, sino que había que defender a la Comunidad y aportar hasta donde una podía, porque si mataban a un compañero o compañera, había que ser capaz de ocupar su lugar”.

[caption id="attachment_13331" align="aligncenter" width="448"] “En ocasiones una puede creer que las mujeres son más débiles, o que disponen de menores capacidades, pero nosotras enfrentamos el día a día con la confianza y la certeza de que si en algún momento llegan a faltar nuestros compañeros, las mujeres ejerceremos el papel que nos corresponde al frente de la Comunidad”.[/caption]

El cambio en la coyuntura política también ha generado que hoy por hoy sientan que la situación se ha transformado en ciertos aspectos. Esto les da la posibilidad de decidir si participar o no de los procesos vinculados a la labor del Consejo interno [4] dependiendo de sus condiciones. En su caso, tras seis años, y habiendo decidido formar una familia, Sirly vio que era el momento de ceder el espacio dentro del Consejo a otras personas.

[caption id="attachment_13334" align="aligncenter" width="291"] “No resulta sencillo compatibilizar el día a día con un recién nacido, con todo el trabajo y la presencia que requiere la Comunidad. Era el momento de dar la oportunidad a otras compañeras”. Foto: Margherita Forni[/caption]

Su paso por el órgano de dirección le hizo ver que “cada una puede aportar algo imprescindible y puede estar a la altura de lo que se proponga, siendo hombre o mujer, porque cuentan con el apoyo del resto de las y los compañeros”. De ahí también destaca la importancia de que las mujeres formen parte del trabajo y de las decisiones internas, no sólo porque ayuda a dar validez a la figura de las mujeres”, sino porque necesitan y quieren ver sus voces representadas. 

Sobre la existencia de espacios específicos para el encuentro de mujeres nos dice que aunque no existen como tal, tratan de generarlos de manera informal en lo cotidiano, sobre todo en los días de trabajo comunitario donde comparten ciertas labores como la cocina o la limpia de la caña de azúcar. Pero hace tiempo que tratan de que no haya tareas específicas para hombres y mujeres y, a pesar de que actualmente también hay hombres que participan de ellas, siempre encuentran un espacio en el que poder compartir. Es así que la participación de las mujeres en el ámbito dirigencial del movimiento campesino en igualdad de condiciones, ha supuesto un punto de inflexión dentro de la Comunidad de Paz; la expresión del surgimiento de una nueva cultura organizacional que trata de incluir a las mujeres dando pasos significativos que rompen con las antiguas estructuras masculinizadas, y demostrando cómo su historia se impregna de cada una de las vivencias, dándole sentido a todo el acumulado político que ellas han desarrollado, reafirmando y profundizando su caminar y accionar político, social y cultural desde su identidad y realidad de vida.

[caption id="attachment_13350" align="aligncenter" width="449"] Comunidad de Paz de San José de Apartadó
Foto: Charlotte Kesl[/caption]

Para Sirly, el compromiso hacia la Comunidad no terminó con la salida del Consejo, sino que sigue manteniendo un rol fundamental dentro de la misma. Sus compañeros y compañeras confían en ella como persona de grandes capacidades, conocedora y sabedora del trabajo y los procesos internos. Por ese mismo motivo, hace un tiempo le propusieron que apoyara desde el ámbito educativo dando clase a los niños y niñas de los asentamientos más cercanos a la Aldea Rigoberto Guzmán, donde vive en la actualidad. Como nos explica, la coyuntura se ha transformado, pero el contexto de violencia sigue presente en el territorio.

[caption id="attachment_13336" align="aligncenter" width="437"] “Cualquier trabajo que haya que asumir se asume, cualquier pequeña cosa que se pueda hacer o en la que se pueda aportar, cualquiera que sean tus condiciones personales, porque se hace por la vida y por la lucha de la comunidad”.[/caption]

Tras los Acuerdos de Paz, la presencia paramilitar se alzó para ocupar los territorios que la guerrilla había liberado, y desde entonces, y a pesar de la presencia del Ejército, se han mantenido en estrecha cercanía de los asentamientos campesinos, generando un complejo control territorial y social. Las amenazas y los hostigamientos se suceden de manera constante contra lideres y lideresas, y según su valoración, esto se debe a que la estrategia gubernamental y empresarial en cuanto a la región de Urabá sigue siendo la misma. Tienen presente la complejidad del contexto y de los peligros que siguen enfrentando en cuestiones como el reclutamiento forzado de menores por parte del paramilitarismo del que se ha registrando un aumento significativo. Por eso, y en un convencimiento incansable del trabajo colectivo aceptó la propuesta de ejercer como educadora, pensando en el futuro de las y los más jóvenes y en la necesidad de ofrecerles una formación que les de la posibilidad de interiorizar la historia y memoria de la Comunidad de Paz y, algún día, devuelvan lo que han aprendido al colectivo. Un apoyo bidireccional de su parte a la comunidad, y de la comunidad hacia las personas que la componen

[caption id="attachment_13337" align="aligncenter" width="441"] Comunidad de Paz de San José de Apartadó
Foto: Charlotte Kesl[/caption]

Se muestra algo pesimista respecto a la realidad de la región, pero tiene la claridad de que la Comunidad de Paz cuenta con la capacidad de seguir construyendo el futuro que ellas y ellos quieren porque hemos sufrido, pero nos hemos mantenido en la lucha por el territorio y por la memoria”. También con el apoyo del acompañamiento internacional, gracias al cual cree que la Comunidad se ha podido mantener y ha podido seguir trabajando. Que sepan y que vean que no estamos solos. Aquí estamos, hemos resistido por casi 25 años y lo seguiremos haciendo”.

[caption id="attachment_13339" align="aligncenter" width="438"] Las mujeres de la Comunidad de Paz han acumulado conocimientos y experiencias en áreas estratégicas para la promoción de su participación en procesos de decisión y en posiciones de liderazgo, logrando el reconocimiento de la incorporación de una perspectiva de igualdad de género.[/caption]

Hoy, estas mujeres continúan marchando a la par de sus compañeros y compañeras en este proceso que les convocó a mirar la historia y el camino recorrido en defensa de la tierra y el territorio con apuestas propias que se articulan con las luchas campesinas, desarrollando y visibilizando sus capacidades para actuar en la política y en el ejercicio de sus derechos.

Equipo de Urabá - PBI Colombia


[1] Son neutrales pero realizan acciones políticas en favor de la paz.

[2] Masacres de miembros de la Comunidad de Paz en septiembre 1996, febrero 1997, abril de 1999, febrero de 2000, febrero de 2005.
[3] Desplazamientos forzados de la Comunidad de Paz tras el desalojo en todas las veredas en marzo de 1997, en septiembre 2001 y entre junio y octubre de 2001 en la vereda La Unión, 7 desplazamientos de familias de las veredas de Mulatos y La Resbalosa entre 2003 y 2004.

[4] Representación legal y judicial, administración, organización, etc.