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“Llevo 20 años luchando por los derechos humanos y todavía no me siento cansada”

“Llevo 20 años luchando por los derechos humanos y todavía no me siento cansada”

Maria Ligia Chaverra me recuerda esta frase que era famosa en mi niñez que decía “pequeño pero fuerte”[1], porque es una mujer con una pequeña estatura pero que inspira tanta fuerza: cuando entra en un sitio, todos y todas se callan y la miran con admiración. Tiene ya 77 años, y más de 20 luchando por su comunidad y la defensa de su territorio en medio del conflicto armado que ha atormentado la región del Bajo Atrato. El 5 de septiembre, su lucha, de toda una vida, fue reconocida por el Premio Nacional por la Defensa de los Derechos Humanos otorgado por la Iglesia Sueca y la organización Diakonia[2]. Fue un momento emocionante e importante para ella, pero también para su comunidad, después de haber vivido un año particularmente duro. [caption id="attachment_10530" align="alignnone" width="1200"]IMG_1209 José Serrano (PBI) llegando a la Zona Humanitaria Las Camelias, siempre ponemos nuestra bandera para visibilizar nuestra presencia.[/caption] En efecto,  a pesar del Acuerdo de Paz, la violencia, las amenazas y la zozobra siguieron y aún siguen en el territorio colectivo de Curbaradó. El proceso de restitución de tierras sigue estancando y los líderes reclamantes de tierras están siendo asesinados[3]. Dos grandes líderes de la zona fueron asesinados a finales del año pasado, Mario Castaño el 26 de noviembre de 2017 y Hernán Bedoya el 8 de diciembre de 2017. Este último era muy cercano a la comunidad de la Zona Humanitaria Las Camelias. Después de estos asesinatos, llegaron más amenazas e intimidaciones[4] por parte del grupo neoparamilitar Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), lo cual genera mucha zozobra en las comunidades. Además, en medio de esta tensión, lo más doloroso para María Ligia ha sido de perder a su compañero de toda la vida: Celedonio Martinez, quien falleció el 26 de julio de 2017.[5] Por ello, ganar este premio ha sido un momento importante de alegría, “un privilegio” como dice Maria Ligia, “un reconocimiento a nuestra lucha para el territorio, a nuestra comunidad en la Zona Humanitaria Las Camelias en Curbaradó, representa todos los derechos humanos que me ha tocado defender estos últimos 20 años.” [caption id="attachment_10524" align="alignnone" width="1200"]Discurso_ceremonia_blog Maria Ligia Chaverra durante su discurso cuando recibió el Premio Nacional en la Defensa de los Derechos Humanos Diakonia, en la categoría "reconocimiento de toda una vida"[/caption] Hablar con Maria Ligia siempre es apasionante, nunca se cansa de contar sus historias como la de cuando llegó a Curbaradó en 1959, un 20 de febrero para será más preciso, a Carmen Del Darién que en aquel entonces se llamaba Curbaradó: “llegué con mi esposito y aquí vivimos juntos, me acompañó toda la vida en la lucha hasta que se murió el año pasado. Él se asustaba mucho con el ruido de las balas, de allí que sufrió del corazón y eso lo llevó a la tumba.” También nos comenta que fue una de las fundadoras de Belén de Bajira, “estábamos en el territorio cuando unos pobladores nos comentaron que iban a construir un pueblo en el rio Timiridó, que es el río de Bajira, fue un domingo recuerdo, fuimos allá, aunque no había camino, cruzamos la selva, los ríos hasta que llegamos. Allí encontramos una tienda en el suelo, todas las mercancías estaban sobre unos plásticos. Y le compramos unas zapatillas al señor que tenía esa tienda. Y nos quedamos y construimos el pueblo, como esa carretera que lleva del puerto de Brisas hasta Belén de Bajira, la construimos nosotros de la comunidad, con nuestra fuerza.” [caption id="attachment_10528" align="alignnone" width="1200"]Maria Ligia y su hija_blog Maria Ligia Chaverra con una de sus hijas[/caption] La vida fue tranquila hasta el año 1996, cuando empezaron los operativos militares y paramilitares para retomar el control del territorio. Ella recuerda la primera incursión de los paramilitares que fue el 6 octubre del 1996[6] en Brisas, “los que conocían la guerra se fueron, pero nosotros que no conocíamos nos quedamos, como teníamos sentimiento de pertenencia, teníamos muchas cosas con que uno mantenerse, nuestras casas, igual eran casa de pobres pero eran nuestras casas y nuestros animales así que nos quedamos”, recuerda Maria Ligia. Este terrible año 1997, las cuencas de Jiguamiandó y Curbaradó se vaciaron de su población civil[7], pero la familia de Maria Ligia se quedó, se desplazaron con sus hijos e hijas hasta 13 veces dentro del territorio, pero como dice ella con orgullo “resistimos aquí, no salí a ninguna parte. Hasta nos tocó escondernos en la selva unos 6 meses con las chiquitas, a vivir de sol y agua”, recuerda Maria, “pero nos quedamos, y luego nos sacó del monte la Pastoral Social de Rio Sucio, en cabeza del Padre Armando Valencia, y una organización “Paz y Tercer mundo” el PTM de España.” Luego conocieron y se inspiraron en la experiencia “de los hermanos del Cacarica”, como señala ella, quienes habían formado la primera Zona Humanitaria (ZH) del país para retornar a su tierra y crear un espacio de refugio, basado en el principio de distinción del Derecho Internacional Humanitario, para el uso exclusivo de la población civil. Crearon una solidaridad y hermandad con las comunidades de Jiguamiandó, quienes les compartieron sobre esta experiencia de Cacarica, sus deseos de hacer lo mismo y les recomendaron hablar con la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Se estableció el contacto y por medio de ello se extendieron las zonas humanitarias. “Me tocó viajar a Canadá para declarar la ZH y declarar como podemos vivir en el territorio. Así se fueron expandiendo las Zonas Humanitarias. Se creó una en Bella Flor de Mayo, después las de El Tesoro, Buena vista y de allí caímos aquí. Luego, viajamos a Europa, para visibilizar la situación, donde hicimos declaraciones sobre la situación en la cual nos encontrábamos las comunidades del Bajo Atrato, y para mostrar la creación de las Zonas Humanitarias como mecanismo de protección para la población civil. Siempre fui bien recibida, y todos me felicitaron cuando recibí el Premio.” [caption id="attachment_10523" align="alignnone" width="1200"]CeremoniDiakonia_blog Maria Ligia Chaverra, al lado de la cantante Adriana Lucía y los y las demás finalistas del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos Diakonia, durante la ceremonia de entrega el pasado 5 de septiembre 2018[/caption] Este amor por su tierra y la fuerza de voluntad para quedarse y resistir reivindicando sus derechos y los de su comunidad sigue firme: “que me maten aquí dentro del territorio, pero yo no salgo a ninguna parte”.

“Durante 10 años no he podido ver el rio Curbaradó por estar escondida en la selva, el día que salí a ver el curbaradó, miré el rio y me parecía que era un mar. Reflexioné sobre el rio Curbaradó y desde allí comenzamos a abrir la barrera porque no había un alma aquí… y cuando abrimos la barrera la gente poco a poco volvió a ver como estaba la situación hasta que se volvió a poblar y todos llegaron. El territorio estaba todo sembrado de palma, no había una tilde aquí, solo cielo y palma, ya no había ni un palo de gayaba, poco a poco venimos recuperando el territorio y volviendo a sembrar nuestras plantas. No se encontraba nada en ese territorio que no era palma aceitera. Y había letreros con “propiedad privada” con cadenas y candados, los palmeros, los empresarios se apropiaron nuestra tierra. Todas las barreras las tumbamos y derribamos, sin balas, con el dialogo, con la denuncia, con el apoyo de las organizaciones internacionales, y aquí estamos.”


En medio de la violencia, de sus desplazamientos para salvar su vida y la de su familia, Maria Ligia eligió el camino de la lucha, por la vida y el territorio como dice ella y aún no se siente cansada. Como lo comentó el día que recibió el premio, “voy a seguir luchando por el futuro de nuestros hijos ... quiero que mis nietos, mis bisnietos encuentren una Colombia nueva, no esta Colombia que me ha tocado vivir, que sea una Colombia en paz.” A pesar de que la situación en el territorio colectivo sigue siendo preocupante por el control del grupo neoparamilitar las AGC, reconoce que el Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC ha tenido un impacto positivo, ya no hay combates, no hay bombardeos, “no hemos corrido”, como dice ella, “hemos estado en la ZH con nuestro sueño”. Sin embargo, la lentitud en la implementación de lo pactado también se siente. Maria Ligia destaca los asesinatos a personas defensoras, “se firmó que ya no habría asesinatos a los líderes, que los territorios iban a retornar a sus verdaderos dueños, pero esto aún no se ha cumplido, aunque se mantiene la esperanza y la fe de que se pueda cumplir todavía. Porque sabemos que esas cosas toman tiempo.” Últimamente hubo ordenes para los desalojos a ocupantes de mala fe, y la restitución de las tierras a sus verdaderos dueños que son las comunidades. Sin embargo, a pesar del avance del proceso, no hay muchas garantías y temen repercusiones de los ocupantes de mala fe como fue en el caso de la familia Martinez hace poco[8]. Pero Maria Ligia sigue su camino de defensora de derechos humanos con fuerza, con esperanza, afirmando que siempre va a “defender a cielo abierto los derechos humanos de la humanidad de todas las comunidades colombianas, que tenemos derechos a lo nuestro, a vivir dignamente, seamos líderes, pero con conciencia, firmes para que la comunidad confíe en los líderes.” Y sobre las amenazas, no se deja intimidar, “nos amenazan porque somos la piedra en el zapato de los que no quieren que se defienden los derechos humanos y que están controlando los recursos.”

“Me conmovió el corazón de luchar para quedarme en este territorio. Porque en este territorio he vivido mi juventud, llegué aquí con 17 años, trabajé la tierra, tuve mi familia aquí, tuvimos 8 hijos con mi esposo quienes crecieron aquí, y ellos han producido 40 muchachos, entonces esto es mi aspiración, de luchar hasta la muerte por este territorio, mi anhelo es que todos recuperamos nuestro territorio, no solamente yo, sino también todas las comunidades del Curbaradó. Lo cual no nos han devuelto el territorio todavía a los verdaderos dueños, estamos sobreviviendo porque decidimos no someternos y luchar con el apoyo de Cijp, de las organizaciones internacionales amigas, que por medio de ello hemos conseguido a ustedes de amigo (PBI), que nos han apoyado, nos han acompañado.”


Cuando le preguntamos qué es la paz para ella, cómo sueña esa paz para sus nietos y nietas, nos contesta que para ella, primero, la paz se construye desde los territorios, y que sea “una paz digna sin nada de guerra que todo el mundo viva en paz, sin armas ni miedo a perder la vida, el que se va que sea porque Dios lo llame.” Pero destaca la importancia de acompañar y dar oportunidades a las comunidades para que salgan de la pobreza, que desde el Estado haya apoyo para proyectos productivos, que luchen contra el aislamiento de las comunidades vulnerables, “y que podamos sobrevivir con el apoyo del gobierno en nuestro territorio sin temor que nos los quiten otra vez”, me dice con luz en los ojos. [caption id="attachment_10533" align="alignnone" width="4164"]José y Maria Ligia_blogBIS La comunidad de la Zona Humanitaria Las Camelias en Curbaradó rindieron un homenaje a María Ligia Chaverra, pintando su retrato en un mural de la escuela Aflicoc En está fotos está con José Serrano de PBI y el Premio que ganó Maria Ligia el pasado 5 de septiembre 2018, "reconocimiento de toda una vida" del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos Diakonia[/caption] Esta problemática se mantiene en la zona, existen muchos proyectos de monocultivos extensivos, porque la tierra aquí es muy fértil y útil para este tipo de proyecto. Esto es lo que las comunidades explican cuando se les pregunta sobre la violencia y el deseo de estos empresarios de conquistar estas tierras, “de allí viene una parte de los asesinatos de líderes reclamantes de tierra: quienes se oponen y denuncian”. Por eso, Maria Ligia nos dice que el acompañamiento internacional sigue siendo necesario, para visibilizar la situación y acompañar las comunidades en el territorio “y que nos apoyen en la construcción de paz”, me dice ella. Mientras caminamos por la Zona Humanitaria, saludando a “los Resistentes”, vemos y sentimos la fuerza y la unión de la comunidad. Algunos jóvenes siguen el camino de María Ligia, luchando por su comunidad y su territorio. Desarrollaron un proyecto educativo que llaman AFLICOC, es una escuela dentro de la Zona Humanitaria donde varios jóvenes de la cuenca vienen a formarse sobre diferentes temas en relación con su historia y su territorio. La esperanza y perseverancia siguen.
Nathalie Bienfait
[caption id="attachment_10529" align="alignnone" width="1279"]Maria ligia y yo Nathalie Bienfait (PBI) y Maria Ligia Chaverra[/caption]
Pie de Pagina
[1] Del francés “Petit mais costaud” [2] Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos: Ganadores Séptima Versión, 5 de septiembre 2018 [3] Semana Rural: Reclamar tierras en Urabá: conseguirlo o morir en el intento, 24 de enero 2018; Semana: El laberinto de los líderes de restitución de tierras, 9 de mayo 2017; El Tiempo: Reclamantes de tierras, entre el miedo y la lucha por la restitución, 9 de mayo 2017 [4] Cijp: Lideresa María Ligia Chaverra es blanco de amenazas, 6 de diciembre 2017; Cijp: Plan para atentar contra la vida de líderes y lideresas de Curvaradó, 29 de enero 2018 [5] Cijp: Celedonio Martínez, patriarca de las tierras del Curvaradó, 27 de julio 2017 [6] Verdad Abierta: La barbarie que rodeó la siembra de palma en Chocó, 6 de agosto 2013 [7] El Tiempo: Condenan a 16 personas por desplazamientos en Jiguamiandó y Curvaradó, 15 de diciembre 2014; Cijp: La lucha por la tierra y la vida en Curvaradó y Jiguamiandó”, 12 de junio 2013 [8] Cijp: Nueva ocupación ilegal de tierras y perturbación en la posesión pacífica de la familia Martínez, 10 de septiembre 2018