A finales del año 2014, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, (Cijp), comenzó a acompañar a la comunidad indígena wounaan del caserío Unión Agua Clara (ubicado en zona rural de Buenaventura a la orilla del río San Juan, que marca la línea divisoria entre la selva del Valle del Cauca y la del Chocó), que se vio obligada a desplazarse hacia el puerto de Buenaventura por causas relacionadas con el conflicto armado: la presencia de grupos al margen de la ley, los operativos militares o el vivir en un corredor estratégico para el tráfico de sustancias ilícitas fueron algunos de los motivos. Buscaron refugio en el coliseo de la ciudad portuaria, donde durante un año vivieron en condiciones precarias[1].
Cuentos del terreno: ¿Hacia un retorno digno?
En noviembre de 2015, regresaron a sus tierras que declararon Territorio Humanitario y Biodiverso, con la esperanza de poder permanecer allí en paz[2]. Pero encontraron un pueblo desolado, las casas vacías y los cultivos perdidos. Poco después de retornar, las amenazas de grupos neoparamilitares volvieron a repetirse y por falta de seguridad y de garantías para vivir en condiciones dignas, parte de la comunidad regresó nuevamente a Buenaventura[3], donde no ha podido escapar de la inseguridad y violencia que caracteriza la ciudad[4].
Notas de pie:
[1] Cijp: Situación de desplazamiento Comunidad indígena Wounaan, 26 de diciembre de 2014 [2] El País: Así fue el retorno de los más de 200 indígenas Wounaan a sus territorios, 10 de diciembre de 2015 [3] Cijp: Desplazamiento de comunidad Woaunaan unión agua clara, 9 de diciembre de 2015 [4] Radio Macondo: Asesinato desplazamiento y niños muertos en la comunidad Woaunaan, 26 de mayo de 2016