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Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

Guacamayas: “El simple hecho de mantenerse en el territorio”

En el Cerro Plateado de la cordillera occidental de Antioquia nace el río Atrato. Este río, que recorre su camino a lo largo de los departamentos del Chocó y Antioquia hasta su desembocadura en el golfo de Urabá, es uno de los ríos más abundantes de la zona, y una irrefutable fuente de vida. Aunque también es uno de los lugares más golpeados por el conflicto armado.

El pueblo embera en defensa de su territorio sagrado

En el Bajo Atrato, a caballo entre los departamentos de Antioquia y Chocó, el cerro “Careperro” o Jaika tuma, se erige como un lugar sagrado para el pueblo indígena embera eyabida, traducido como “habitantes de las montañas” [1].

El liderazgo en la sangre

Una inmensidad verde y el majestuoso río Putumayo es lo primero que uno percibe al salir de la finca de Jani Silva. Se respira tranquilidad y aire fresco, se escuchan los pájaros y se ven las vacas corriendo en los campos de la Zona de Reserva Campesina Perla Amazónica (ZRCPA). Sin embargo, estas vistas y este aire libre, ya no hacen parte de su cotidianidad. Hace casi tres años, Jani Silva y su esposo Hugo Miramar, empacaron todas su pertenencias, subieron al bote y recorrieron el río hasta llegar a Puerto Asís, donde buscaron refugio.

De vuelta al terreno, en las huellas de la memoria

Después de 5 meses de cuarentena, PBI-Colombia volvió al terreno acompañando a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, en un recorrido de 15 días por las huellas de la memoria, abriendo el espacio para el encuentro de comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas de Urabá con la comisionada de la verdad Patricia Tobón.

Caracolón – Árbol de la vida, árbol sin olvido

Fueron meses adaptando el trabajo de defensa de los derechos humanos a la cuarentena.

2019: Comunidades resistentes en fuego cruzado

El río Jiguamiandó delimita la subregión del Bajo Atrato, al norte de Chocó. Allí, en la orilla del río, viven comunidades afrodescendientes e indígenas Embera que han vivido la violencia de los años 90“ y el despojo de sus tierras. En esta época, miles de personas se desplazaron de la zona mientras otras se escondieron en el bosque y resistieron de manera pacífica para proteger sus tierras.

2014: El primero espacio humanitario en contexto urbano en el mundo

En Buenaventura, Valle del Cauca, la presencia de actores armados ilegales ha sido una constante. Por las calles ronda el miedo latente derivado de los distintos tipos de control social que se ejercen contra pobladoras y pobladores.

2000: El retorno a Cacarica

En sus años más duros de conflicto armado, Colombia también tenía movimientos de resistencias y esperanzas. Después de más de tres años de vivir desplazadas en diferentes lugar, como fue el coliseo de Turbo, las comunidades del Cacarica se organizaron para retornar solicitando garantías al Estado[1]. PBI acompañó ese retorno, y marcó nuestra historia en el país[2]. Se creó la Zona Humanitaria Nueva Esperanza, la primera del país, en un punto que se llama El Limón.