En agosto el Equipo de Terreno de PBI en Urabá acompañó a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, (Cijp) en un recorrido por distintas comunidades con las que esta organización trabaja en el Bajo Atrato, (Chocó), y en Dabeiba, (Antioquia). Cijp viajó con una delegación de Dipaz, (Diálogo Intereclesial por la Paz), con el fin de hacer pedagogía por la paz, explicar qué logros ha habido en los acuerdos de La Habana para las comunidades campesinas, y compartir una de sus grandes apuestas del momento. Paralelamente a nuestro viaje, otro equipo de Dipaz recorría el departamento del Cauca y el Valle del Cauca con acompañamiento internacional de Swefor.
Dipaz es un grupo de representantes de iglesias y organizaciones basadas en la fe, que participan de procesos sociales y acompañan a las comunidades para la construcción de una paz con justicia social. Y que se unieron para poder marcar una agenda común que incidiera en los diálogos de La Habana. Sus principios son la verdad y la justicia, el antimilitarismo y la acción no violenta, y la reconciliación.
Uno de los puntos que Dipaz logró introducir en las negociaciones entre el Gobierno y las Farc es cómo las iglesias podrían hacer una veeduría del proceso de desarme de la guerrilla. En la primera etapa, las Farc reunirán a las que han sido sus tropas en las Zonas Veredales de Transición hacia la Normalidad y en los Puntos de Transición a la Normalidad. Y es ahí donde Dipaz tiene una propuesta clave. Las Zonas Veredales y los Puntos de Transición contarán con un mecanismo de monitoreo y verificación conformado por el Gobierno, las Farc y la ONU, (con observadores no armados miembros de Celac, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Pero Dipaz apuesta por reforzar esto con la creación de las Casas Humanitarias de Protección, desde las cuales la sociedad civil, con el apoyo de las iglesias, podrá ejercer un papel protagónico en la veeduría no solamente del proceso de desarme, sino del contexto social que se viva en estas regiones.
Hay mucho desconocimiento a nivel nacional, y en las zonas rurales, los principales miedos tienen que ver con la incertidumbre que genera que todavía pervivan grupos de neoparamilitares. En los talleres que impartía Cijp, Abilio Peña contó a las comunidades que en La Habana se ha creado una Unidad de Investigación y Análisis para el desmonte del paramilitarismo y también una Comisión de Seguimiento al Desmonte del paramilitarismo, que integraran representantes de las Farc y el Gobierno, representantes de organizaciones de víctimas del paramilitarismo y académicos expertos.
La pedagogía sobre los acuerdos es fundamental, ya que según contaba Cijp en estas sesiones, hay varios puntos que benefician a estas comunidades como campesinas y víctimas del conflicto armado. Sin el conocimiento de estos nuevos derechos, estas medidas de reparación podrían pasar desapercibidas. Los talleres despertaron un gran interés y las comunidades participaron con mucha atención.
[caption id="attachment_4033" align="aligncenter" width="519"] En el municipio de Dabeiba habrá una de las 23 Zonas Veredales de Transición a la Normalidad[/caption]
La Comunidad de Vida y Trabajo de la Balsita, es un reasentamiento formado por campesinas y campesinos que fueron desplazados en 1997 por la violencia paramiltar. Se refugiaron en albergues en Dabeiba pensando que retornarían en ocho días. Hoy han pasado casi 20 años y todavía no han regresado, aunque no han perdido la esperanza de hacerlo algún día. El lugar donde se encuentran actualmente está a dos días de camino de su territorio. Tienen estos cinco principios básicos pintados en el muro de una de sus casas centrales y también los cantan en un himno:
- reclamamos nuestros derechos al Estado.
- Que los actores armados respeten nuestra decisión.
- El trabajo comunitario y familiar.
- Protegemos la vida de la naturaleza.
- Memoria de nuestras víctimas.
Tras una semana recorriendo Dabeiba, Curbaradó, Cacarica y Turbo a una le da por pensar que, a pesar de la incertidumbre que han generado las negociaciones en La Habana, (en las que no participaron todos los actores armados del conflicto), y que muchos intereses económicos por el territorio acechan a estas comunidades, es un buen momento para volver a soñar con el territorio que se tenía y con el que se quiere construir.
LAS MUJERES DEL CHOCÓ
María Ligia Chaverra es una lideresa histórica de la Cuenca del Curbaradó y de la Zona Humanitaria de Camelias. En esta región la preocupación que sigue latente son los intereses económicos sobre el territorio y el avance de los monocultivos.
Érika es miembro de Cijp en el Bajo Atrato, rumbo a la cuenca del Cacarica. Cijp acompaña a las comunidades de Cacarica desde 1997, año en el que miles de personas se desplazaron a raíz de la Operación Génesis[1], articulada entre paramilitares y el entonces comandante de la Brigada XVII, Rito Alejo del Río. En diciembre de 1999 decidieron retornar tras conformarse en Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad (Cavida). PBI acompañó, bajo petición de Cijp, el retorno.
En las Zonas Humanitarias de Nueva Esperanza en Dios y Nueva Vida, dentro del territorio colectivo de Cacarica, hay una nueva generación que está creciendo y disfrutando de los frutos del trabajo de Cavida. Un ejemplo podría ser la escuela, que cuenta con profesores de la comunidad y está apoyada por Cijp, y funciona en la Zona Humanitaria Nueva Esperanza.
[caption id="attachment_4055" align="aligncenter" width="370"] En la foto, una parte del monumento que construyeron ellas como asociación, ubicado junto al Coliseo de Turbo, donde vivieron como desplazadas durante casi cuatro años.[/caption]
Las mujeres de la asociación Clamores, de Río Sucio, decidieron permanecer en Turbo tras el desplazamiento de 1997. Pero esto no significó abandonar la lucha. Su trabajo defiende la reparación integral para las personas víctimas de la Operación Génesis y la construcción de la memoria histórica.
En un telón, las mujeres de Clamores pintaron el desplazamiento, pero también, lo hicieron como muestra de una memoria que sigue viva y que se refiere a su territorio antes de “la violencia”, antes del desplazamiento. Hoy, ese imaginario de su territorio despojado se funde con la resistencia de Cavida en medio del conflicto armado.
Julia Ortiz, brigadista en el equipo de PBI Urabá[1] El Espectador: "Operación Génesis" al desnudo, 9 de enero de 2014