Paraíso Perdido
Son las dos de la tarde. Las niñas están recogiendo frutas, la suegra durmiendo, los búfalos ya han sido alimentados. Te metes en la hamaca, en el paraíso colombiano donde has vivido toda tu vida, para un descanso bien merecido. Dos sonidos agresivos rompen la tranquilidad.
- «Tal vez a alguien le sobra pólvora del día de año nuevo, que todavía no ha usado», imaginas.
Pero el ruido continúa.
Disparos cortos y empinados rasgan el aire.
- «¡Mis niñas!», piensas.
Corres fuera, donde encuentras una escena que pertenece a una película de horror.