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Cuentos del terreno

Retorno a La Madre Unión

Territorio colectivo de La Larga Tumaradó:
Hace calor a las 11 de la mañana en la Zona de Biodiversidad La Madre Unión, en la cuenca de La Larga Tumaradó. La comunidad, aproximadamente cuarenta mujeres, hombres y niños, está agrupada a la sombra de un techo de zinc. Héctor, uno de los líderes de la comunidad, lanza la pregunta: “¿Qué pasó el 12 de octubre del 2014?” Hay un breve silencio, algunos niños riendo, un gallo gritando.

Un acto de memoria viviente

Son las seis de la mañana y un grupo de gente se arremolina en la Plaza de Bolívar de Bogotá. Algunos cubren el piso de la plaza con plásticos, tierra y plantas mientras otros hacen ejercicios de calentamiento. Cuerpos gramaticales Tres horas más tarde están listos para sembrarse. Cada uno de los participantes se sientan en el piso, otros cubren sus cuerpos con la tierra.

Veinte años de la masacre de Mapiripán, veinte años de memoria

Entre el 15 y el 20 de julio de 1997 llegó a Mapiripán (departamento del Meta) un grupo de unos cien hombres que formaban parte del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para cometer una de las más horribles masacres que marcó profundamente la historia de este municipio y de Colombia, donde al parecer hubo conocimiento del Ejército y por la cual hay condenado un general de las Fuerzas Militares.

Pedeguita y Mancilla: territorio en disputa

Salimos de Apartadó hacia Belén de Bajirá, municipio que desde hace varios meses está presente en los medios de comunicación. Se lo están disputando los departamentos de Chocó y Antioquia por todas las riquezas minerales que se encuentran en la zona y la presencia de grandes empresas de explotación de bananos y de aceite de palma[1]. Esperamos un chivero que después de media hora por fin llega y nos lleva al centro de acopio de Pedeguita y Mancilla donde empezamos nuestra caminata hacia la Zona de Biodiversidad Mi Tierra.

Un panorama de la Aldea de Paz en Mulatos

Es el quinto día de nuestro acompañamiento en la Aldea de Paz de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en la vereda Mulatos, el mismo lugar donde el 21 de febrero del 2005 se perpetró la masacre en la que murieron ocho personas, incluyendo tres niños[1]. Entre los asesinados estaba Luis Eduardo Guerra, líder de la Comunidad de Paz, su esposa, y su hijo de once años.

Zancudos petroleros

La puerta lateral de la buseta se abre y, acogido por los gritos de alegría de Fabián, de la organización Cos-pacc (Corporación Social para la Asesoría y Capacitación Comunitaria), y Sebastián, de la ONG británica War on Want, entra con una larga sonrisa un hombre de piel ligeramente morena, ojos vivos y sombrero de vaquero negro. “¿Qué más Daniel? ¿Cómo me le va?” le lanzan sus compañeros. Entre apretones de mano se desliza hasta su asiento.