Pasar al contenido principal

Cuentos del terreno

Bombardeos en Jiguamiandó despiertan viejos temores

No fue una noche cualquiera ese jueves 6 de diciembre en el territorio colectivo de Jiguamiandó, Chocó. Alrededor de las nueve de la noche, los habitantes de la Zona Humanitaria (ZH) “Nueva Esperanza” empezaron a escuchar unos ruidos fuertes[1] en el cielo, que trajeron malos recuerdos de los años noventa, cuando el conflicto armado estaba muy tenso y los bombardeos eran cotidianos. De repente, comienzan a llegar los aviones y empiezan los bombardeos, directamente al lado del asentamiento de la ZH “Nueva Esperanza”.

Una respuesta colectiva: casas de refugio humanitario en el Nordeste Antioqueño

Desde el casco urbano de Remedios, municipio del Nordeste antioqueño, nos subimos a una chiva comunitaria - este bus colorido tan emblemático del campo colombiano que sigue siendo uno de los medios de transporte más utilizado – y empezamos un viaje de varias horas por una trocha que tiene suficientes piedras para causar dolores de cabeza o choques con el techo si el chófer conduce demasiado rápido.

“¡Vamos a sacar al Naya adelante!”

En la Concepción los niños están hechos de otra pasta, como se suele decir: corren sin zapatillas, saltan sobre un río lleno de vida y trepan a los árboles para coger pequeñas goyavas verdes que mastican arriesgando los dientes. Estar entre ellos puede reconectarte casi instantáneamente con algo que quizás ya hayamos perdido todas nosotras y nosotros, algo cuyo valor es realmente incalculable. Quizás parezca que estamos haciendo un dibujo, una caricatura que peque de cierto romanticismo del que históricamente se ha abusado demasiado.

¡Que se termine este año! ¡Año viejo, vete ya! Nochevieja, nochemala, nochebuena

Diciembre 31, Comunidad de Paz de San José de Apartadó, Antioquia. ¿Quién va a bailar? ¿Quién se anima para hacer y comer natilla y buñuelos?  “Tenemos miedo, pero estamos juntos. Si hacemos natilla, tenemos natilla y miedo. Si no hacemos natilla igual tenemos miedo. Si bailamos tenemos miedo y baile. Si no bailamos, nos queda solo el miedo” manifiesta una lideresa de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.