En el Guamo, territorio colectivo de Curbaradó, hemos celebrado la creación de una nueva Zona de Biodiversidad: la finca “La Esmeralda”, de la familia Durango quien fue víctima de la violencia en los años noventa. En aquel periodo tuvo que desplazarse para salvar sus vidas. Volvió a sus tierras hace cuatro años y hoy día está en el proceso de reclamar la titulación de su predio.
En este proceso de recuperación de su tierra la familia decidió hacer una caracterización de su territorio para recuperar los bosques, las plantas nativas y las fuentes de aguas. Hicieron un trabajo de mapeo con la asesoría de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (Cijp) y ahora están listos para declarar su territorio como una Zona de Biodiversidad. Para esta familia, y las comunidades vecinas, el tema del medioambiente es muy importante: son personas campesinas que viven de sus tierras y son conscientes de que, para que sus hijos e hijas puedan gozarlas, tienen que cuidarlas. Por eso la creación de la Zona de Biodiversidad es también un acto simbólico de protección y cuidado de la tierra.
Colombia es un país conocido por su biodiversidad, con el mayor número de ecosistemas, 314 para ser exactos[1], tiene una variedad en fauna y flora impresionante. El medioambiente también ha sufrido en el conflicto, y en el momento de construir la paz también es importante revalorar su medioambiente y la naturaleza.
[caption id="attachment_8678" align="alignnone" width="1200"] Colombia es un país conocido por su biodiversidad, con el mayor número de ecosistemas, 314 para ser exactos.[/caption]
Las Zonas de Biodiversidad, como las Zonas Humanitarias, son un mecanismo para proteger la vida y el territorio. Si las Zonas Humanitarias son zonas exclusivas de población civil en medio del conflicto armado, las Zonas de Biodiversidad son unas zonas delimitadas donde se reconoce la importancia de los ecosistemas, de protegerlos, de recuperar las semillas nativas y el cultivo tradicional. Es un compromiso para cuidar su medioambiente, y vivir en armonía con la naturaleza. En Curbaradó es también un acto de resistencia frente a los monocultivos extensivos de plátano que inunden la vista.
En ese día especial vinieron muchas personas de las comunidades vecinas para mostrar su apoyo a la familia en este nuevo proceso. Los jóvenes organizaron un partido de fútbol amistoso mientras el equipo Bajo Atrato de Cijp estaba pintando la valla con toda la información jurídica que reconoce y protege las Zonas de Biodiversidad.
Cuando estaba lista nos reunimos todos para hacer un acto de reconocimiento, nosotras, como PBI, solo observamos. Javier Rodero (miembro de Cijp) destacó la importancia del proceso que está llevando la familia Durango para reclamar su territorio. Se destacó que con las Zonas de Biodiversidad “estamos reivindicando el derecho a la vida y al territorio, la importancia de la conservación, la recuperación de los ecosistemas y que son zonas donde hay vida y donde estamos protegiendo la naturaleza”. Pero sobre todo se valoró la unión entre las comunidades y la resistencia que se desarrolla desde unos veinte años en un territorio en conflicto.
[caption id="attachment_8683" align="alignnone" width="1200"] Javier Rosero de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz pinta la valla con toda la información jurídica que reconoce y protege las Zonas de Biodiversidad.[/caption]
Todos caminamos hasta la entrada del predio y los hombres pusieron la valla anunciando la nueva Zona de Biodiversidad. Todos se emocionaron por esta nueva etapa de la familia Durango, quien agradeció de nuestra presencia. Un momento bonito, lleno de esperanza.
[caption id="attachment_8686" align="alignnone" width="1200"] Gerardo de PBI posa con Javier y María Fernanda, miembros de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.[/caption]
Acabamos el día compartiendo una cena que nos preparó la familia y contando historias del campo y del territorio. Al día siguiente, en un espectacular amanecer nos fuimos en bote, subiendo el rio Curbaradó hasta el puerto de Brisas. Esos viajes en pequeños botes por río son mágicos, nos llenan de energía y de aire. Mirando las hectáreas de plantaciones de bananos en las orillas pienso en cómo estuvo el territorio antes de todo este pasado de violencia. Me contaron historias de la extensiva selva, de la fertilidad de la tierra, que produce mucho en poco tiempo, lo que justamente provocó ese conflicto: para controlarla o poseerla. La selva está desapareciendo poco a poco, las empresas llegaron y se apropiaron de los territorios. Y pensé en las luchas de las comunidades para quedarse, para organizarse y para no ca abandonar la esperanza de recuperar esos predios y esa vida que tenían. Y a mí también me llenó de esperanzas y de energía.
Nathalie Bienfait [caption id="attachment_8689" align="alignnone" width="1200"] Nathalie con niños en Curbaradó.[/caption]