Claudia Julieta Duque es una periodista y defensora de derechos humanos acompañada por PBI desde el año 2010. En sus 26 años como periodista ha publicado investigaciones de alto impacto sobre violaciones a los derechos humanos en diversos medios nacionales e internacionales. Por sus publicaciones y denuncias, Claudia Julieta Duque ha sido víctima de numerosas agresiones que tenían como finalidad silenciarla, tales como secuestro, espionaje, tortura psicológica agravada y amenazas de muerte en contra de ella y de su hija, en particular por la investigación sobre el asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón[1].
En varias ocasiones, en el marco del proceso penal en contra de los responsables o presuntos responsables de la tortura psicológica que ha padecido, se ha atentado en contra de su libertad de expresión. Desde PBI Colombia charlamos con ella al respecto.
PBI: Parece que se está limitando tu capacidad de expresarte en el marco del juicio a exfuncionarios del DAS por la tortura psicológica cometida en tu contra. ¿Podrías comentarnos cuál es el proceso y últimos hechos en el marco de las audiencias?
CJD.- Lo que está pasando desde el 3 de julio y que se materializó el 25 de julio es una solicitud por parte de uno de los victimarios (Emiro Rojas Granados, ex subdirector nacional del DAS y ex director del DAS en Antioquia) señalado por mí desde el 2003 como el jefe del montaje que llevó a cabo la desviación del caso Jaime Garzón, que era el caso que yo estaba investigando en aquella época. Él ha solicitado en el juicio que se me prohíba dar opiniones, publicar fotografías y expresarme sobre lo que está pasando en el juicio y sobre el caso; que es en síntesis lo mismo que ha perseguido el DAS durante todo el tiempo de los ataques en mi contra: censurarme.
Esta solicitud se basa en dos hechos: el primero es que el mes de febrero se suspendió la audiencia por enfermedad del hijo de Emiro Rojas y al término de la audiencia él solicitó no dar los nombres de sus hijos en las redes sociales. Yo no dije nada pues jamás he hecho ese tipo de cosas y sé lo que es tener un hijo expuesto no por enfermedad, sino por amenazas y procesos de tortura. La jueza dijo que debíamos recordar que había esa reserva sobre la solicitud específica del nombre del hijo enfermo. En abril él estuvo en interrogatorio en el juicio y aunque intentó continuar mintiendo sobre lo que está pasando, lo que hizo y cuál fue su labor en el DAS, la verdad es que cuando lo interrogamos él quedó totalmente en evidencia. Esa noche yo puse en Twitter una frase diciendo que Emiro Rojas ocupó los más altos cargos en el DAS durante más de 30 años, pero no vio nada y no se enteró de nada, incluyendo una frase que decía “otro que nadó en la piscina sin mojarse”. Era mi resumen y mi opinión de las mentiras que escuchamos ese día de abril. En julio, cuando se reanudó la audiencia, la defensa de Emiro Rojas pide que se me censuré y sancione porque aparentemente yo había ignorado la orden de la juez de no hablar del caso (cuando la orden de la juez fue no mencionar a su hijo).
Así empezó todo este proceso. Ellos llevaron como pruebas en mi contra tuits que yo he escrito, entrevistas que he dado, lo cual es chistoso pues demuestra cómo es hablar en un país como Colombia; es decir, mi delito es hablar y ha sido siempre hablar, entonces pues yo me reafirmé en todo y lejos de callarme he continuado hablando. La jueza se ofendió muchísimo, también porque llevaron unas declaraciones que di en enero (antes de la supuesta orden de la juez) donde denuncié la libertad de todos los detenidos en mi caso por vencimiento de términos y que el proceso estaba paralizado, que hay una estrategia de estado para dejar el caso en la impunidad y eso a ella la ha ofendido profundamente; entonces el 25 de julio hace un pronunciamiento que si tú lo ves o escuchas en su totalidad es una respuesta a mis declaraciones, en las que dice que estoy dejando en ridículo a la administración de justicia y violando a los victimarios su presunción de inocencia, y basada en algo que yo llamo un pronunciamiento eminentemente visceral es que toma la decisión ya no de sancionarme sino de amenazarme al prohibir la toma de fotografías, que me exprese en los medios, que de mi opinión sobre lo que está pasando en el juicio y que no hable de las pruebas que hay en juicio so pena de ser investigada penalmente. Esto lo que quiere decir es que si yo llego a hablar me someto a una investigación por un delito que se llama fraude a resolución judicial, que tiene 10 años de prisión y eso es el momento en que nos encontramos porque yo he decidido tomar la decisión de no acatar esa orden que considero ilegítima desde todo punto de vista. [caption id="attachment_11152" align="alignnone" width="1200"] PBI Colombia acompaña a Claudia Julieta Duque desde el 2010[/caption] ¿Qué significa la libertad de expresión para ti, para entender la profundidad de ese derecho tanto como periodista como en el marco de un juicio como este? CJD.- Creo que la persona que definió mejor el tema de la libertad de expresión fue George Orwell. Él decía que la libertad de expresión es decir aquello que los demás no quieren escuchar y que no quieren que se diga. Entonces la libertad de expresión está ligada profundamente a las bases de la democracia y de todas las libertades e incluye la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión, y ya en el caso de los periodistas de la libertad de prensa. Está consagrada en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Artículo 13 de la Convención Americana y en el Artículo 20 de la Constitución Política. En los tres casos, y particularmente en el Art. 19, dice que toda persona puede expresar sus opiniones de manera libre, sin ser molestada por ello. Yo siempre he hablado de ese artículo como la utopía y siempre he dicho que quienes ejercemos el periodismo, sobre todo el periodismo de investigación en temas complejos como el que yo hago, pues estamos siempre desafiando el veto que se ha puesto a esa utopía. Yo creo que la libertad de expresión es eso, una utopía que no existe realmente, que está controlada, que sobre todo en Colombia quieren hacernos llegar al punto de decir que la libertad de expresión es decir que dos más dos son cuatro y ya está, pero la expresión divergente, la expresión de disenso, la diferencia; todo eso lo quieren atropellar constantemente, entonces yo siempre he dicho que la libertad de expresión es una utopía a la que yo aspiro, yo quiero creer en eso, quiero seguir caminando ese rumbo hacia la utopía, pero mientras más lo intentas pues el veto es aún más fuerte, y esa es la situación del periodismo y de quienes hablamos en el mundo entero. No soy yo sola pero evidentemente para mí como periodista y como ser humano la libertad de expresión es mi proyecto de vida, pues es donde yo me muevo. ¿Cómo es la libertad de expresión en Colombia específicamente? ¿Ves evoluciones o nuevos retos en el marco de tu historia y del ejercicio de ese derecho? Mira, en el año 2004 o 2005 José Salgar, el editor más antiguo de Colombia que trabajaba en El Espectador, dijo en un homenaje que le hicieron al retirarse, que él llevaba más de 60 años de ejercicio periodístico y nunca había estado cerca de lo que era la libertad de prensa. Si eso lo decía un hombre que era el más antiguo editor de medios en Colombia, ya te imaginas lo que pensamos o vivimos los demás. Yo creo que en Colombia hay una situación de impedimento y de obstáculo estructural a la libertad de expresión, sobre todo a eso que decía George Orwell, a contar aquello que no quieren que se diga. Aquí lo estamos viendo claramente siempre; no es algo solo de este gobierno o del anterior, sino algo sistemático que se aplaste profundamente a quienes piensan distinto. En el caso del gobierno de Uribe incluso se llegó a presentar un proyecto de ley para prohibirnos a los periodistas so pena de cárcel entrevistar a los guerrilleros, cuando era una parte fundamental del conflicto y de la información. Ese proyecto no pasó en la vida real pero sí en la sociedad y en el pensamiento colectivo porque se volvió imposible. Esa censura se instaló sin necesidad de una ley. En Colombia ya vimos con el caso de los colegas del New York Times: publicaron la existencia de una directriz para estimular las bajas del ejército que fue similar a la razón por la cual se dieron los falsos positivos en la época de Uribe y el problema no es que eso suceda, ni hemos visto que el gobierno modifique su directriz o que se caiga el comandante del ejército, ni una sola investigación sobre el tema; lo que hemos visto es un aplastamiento de quienes opinaron y se dieron a la tarea de investigar y de revelar esa situación. Los periodistas se tuvieron que ir, que el fotógrafo se tuvo que ir, en un principio, a Daniel Coronell le cancelaron su columna por criticar la censura de la revista Semana. Es claro que lo que en realidad molesta al gobierno y al poder en Colombia no es la realidad, sino que la realidad se cuente, porque nos han vendido una apariencia, nos han vendido un discurso que es necesario mantener y cuando hay alguien que se sale de ese discurso lo aplastan. Entonces para mí ese es el objetivo de todos estos ataques y la diferencia que uno ve es simplemente cuando uno se vuelve más estratégico para un gobierno que para otro; entonces para este gobierno es más estratégico silenciar a las víctimas porque lo que está pasando ahorita no es que están silenciando a una periodista, sino que están silenciando a una víctima y le están diciendo que si no hay un fallo judicial no puede hablar. Yo ya llevo esperando 18 años un fallo judicial y hay víctimas que llevan esperando 25 o 30 años, y lo que les están diciendo con lo que me está pasando a mí es que no pueden hablar ni denunciar. Los victimarios, ya no contentos con todo lo que nos han hecho, también nos obligan a no denunciarlos públicamente y pues eso en mi caso no va a pasar. En cuanto a todos esos retos a nivel nacional, tú recibes un cierto respaldo hacia afuera, que te apoya con ciertas garantías para ejercer tu derecho a la libertad de expresión... Yo he recibido muchísimos respaldos tanto a nivel nacional como internacional. A nivel nacional todas las organizaciones de libertad de prensa me han respaldado, se han pronunciado y sido solidarias. A nivel internacional he recibido apoyo de embajadas, de organizaciones, de colegas, de medios y esto ha sido fundamental siempre para salvar mi vida. Yo creo que es público y conocido el respaldo que he recibido y tanto así que incluso en diciembre del año pasado, cuando se discutió el inicio del cuarto juicio, en las pruebas que solicitó William Merchán, él solicitaba investigar a todas las organizaciones nacionales e internacionales que me han apoyado históricamente para identificar si eran legítimas o no. Eso no tiene que ver ni con el hecho de tortura que yo sufrí ni tampoco tendría que ver con la acusación de la cual él debería defenderse, pero nuevamente el DAS, ahora, a nivel judicial, quería atacar a quienes a mí me han defendido. Sí, yo creo que estoy viva y me mantengo y siento que ese respaldo internacional a mí me da la voz y me da la fuerza necesaria para seguir.
Mujeres Defensoras: audaces, valientes e intrépidas
Así empezó todo este proceso. Ellos llevaron como pruebas en mi contra tuits que yo he escrito, entrevistas que he dado, lo cual es chistoso pues demuestra cómo es hablar en un país como Colombia; es decir, mi delito es hablar y ha sido siempre hablar, entonces pues yo me reafirmé en todo y lejos de callarme he continuado hablando. La jueza se ofendió muchísimo, también porque llevaron unas declaraciones que di en enero (antes de la supuesta orden de la juez) donde denuncié la libertad de todos los detenidos en mi caso por vencimiento de términos y que el proceso estaba paralizado, que hay una estrategia de estado para dejar el caso en la impunidad y eso a ella la ha ofendido profundamente; entonces el 25 de julio hace un pronunciamiento que si tú lo ves o escuchas en su totalidad es una respuesta a mis declaraciones, en las que dice que estoy dejando en ridículo a la administración de justicia y violando a los victimarios su presunción de inocencia, y basada en algo que yo llamo un pronunciamiento eminentemente visceral es que toma la decisión ya no de sancionarme sino de amenazarme al prohibir la toma de fotografías, que me exprese en los medios, que de mi opinión sobre lo que está pasando en el juicio y que no hable de las pruebas que hay en juicio so pena de ser investigada penalmente. Esto lo que quiere decir es que si yo llego a hablar me someto a una investigación por un delito que se llama fraude a resolución judicial, que tiene 10 años de prisión y eso es el momento en que nos encontramos porque yo he decidido tomar la decisión de no acatar esa orden que considero ilegítima desde todo punto de vista. [caption id="attachment_11152" align="alignnone" width="1200"] PBI Colombia acompaña a Claudia Julieta Duque desde el 2010[/caption] ¿Qué significa la libertad de expresión para ti, para entender la profundidad de ese derecho tanto como periodista como en el marco de un juicio como este? CJD.- Creo que la persona que definió mejor el tema de la libertad de expresión fue George Orwell. Él decía que la libertad de expresión es decir aquello que los demás no quieren escuchar y que no quieren que se diga. Entonces la libertad de expresión está ligada profundamente a las bases de la democracia y de todas las libertades e incluye la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión, y ya en el caso de los periodistas de la libertad de prensa. Está consagrada en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Artículo 13 de la Convención Americana y en el Artículo 20 de la Constitución Política. En los tres casos, y particularmente en el Art. 19, dice que toda persona puede expresar sus opiniones de manera libre, sin ser molestada por ello. Yo siempre he hablado de ese artículo como la utopía y siempre he dicho que quienes ejercemos el periodismo, sobre todo el periodismo de investigación en temas complejos como el que yo hago, pues estamos siempre desafiando el veto que se ha puesto a esa utopía. Yo creo que la libertad de expresión es eso, una utopía que no existe realmente, que está controlada, que sobre todo en Colombia quieren hacernos llegar al punto de decir que la libertad de expresión es decir que dos más dos son cuatro y ya está, pero la expresión divergente, la expresión de disenso, la diferencia; todo eso lo quieren atropellar constantemente, entonces yo siempre he dicho que la libertad de expresión es una utopía a la que yo aspiro, yo quiero creer en eso, quiero seguir caminando ese rumbo hacia la utopía, pero mientras más lo intentas pues el veto es aún más fuerte, y esa es la situación del periodismo y de quienes hablamos en el mundo entero. No soy yo sola pero evidentemente para mí como periodista y como ser humano la libertad de expresión es mi proyecto de vida, pues es donde yo me muevo. ¿Cómo es la libertad de expresión en Colombia específicamente? ¿Ves evoluciones o nuevos retos en el marco de tu historia y del ejercicio de ese derecho? Mira, en el año 2004 o 2005 José Salgar, el editor más antiguo de Colombia que trabajaba en El Espectador, dijo en un homenaje que le hicieron al retirarse, que él llevaba más de 60 años de ejercicio periodístico y nunca había estado cerca de lo que era la libertad de prensa. Si eso lo decía un hombre que era el más antiguo editor de medios en Colombia, ya te imaginas lo que pensamos o vivimos los demás. Yo creo que en Colombia hay una situación de impedimento y de obstáculo estructural a la libertad de expresión, sobre todo a eso que decía George Orwell, a contar aquello que no quieren que se diga. Aquí lo estamos viendo claramente siempre; no es algo solo de este gobierno o del anterior, sino algo sistemático que se aplaste profundamente a quienes piensan distinto. En el caso del gobierno de Uribe incluso se llegó a presentar un proyecto de ley para prohibirnos a los periodistas so pena de cárcel entrevistar a los guerrilleros, cuando era una parte fundamental del conflicto y de la información. Ese proyecto no pasó en la vida real pero sí en la sociedad y en el pensamiento colectivo porque se volvió imposible. Esa censura se instaló sin necesidad de una ley. En Colombia ya vimos con el caso de los colegas del New York Times: publicaron la existencia de una directriz para estimular las bajas del ejército que fue similar a la razón por la cual se dieron los falsos positivos en la época de Uribe y el problema no es que eso suceda, ni hemos visto que el gobierno modifique su directriz o que se caiga el comandante del ejército, ni una sola investigación sobre el tema; lo que hemos visto es un aplastamiento de quienes opinaron y se dieron a la tarea de investigar y de revelar esa situación. Los periodistas se tuvieron que ir, que el fotógrafo se tuvo que ir, en un principio, a Daniel Coronell le cancelaron su columna por criticar la censura de la revista Semana. Es claro que lo que en realidad molesta al gobierno y al poder en Colombia no es la realidad, sino que la realidad se cuente, porque nos han vendido una apariencia, nos han vendido un discurso que es necesario mantener y cuando hay alguien que se sale de ese discurso lo aplastan. Entonces para mí ese es el objetivo de todos estos ataques y la diferencia que uno ve es simplemente cuando uno se vuelve más estratégico para un gobierno que para otro; entonces para este gobierno es más estratégico silenciar a las víctimas porque lo que está pasando ahorita no es que están silenciando a una periodista, sino que están silenciando a una víctima y le están diciendo que si no hay un fallo judicial no puede hablar. Yo ya llevo esperando 18 años un fallo judicial y hay víctimas que llevan esperando 25 o 30 años, y lo que les están diciendo con lo que me está pasando a mí es que no pueden hablar ni denunciar. Los victimarios, ya no contentos con todo lo que nos han hecho, también nos obligan a no denunciarlos públicamente y pues eso en mi caso no va a pasar. En cuanto a todos esos retos a nivel nacional, tú recibes un cierto respaldo hacia afuera, que te apoya con ciertas garantías para ejercer tu derecho a la libertad de expresión... Yo he recibido muchísimos respaldos tanto a nivel nacional como internacional. A nivel nacional todas las organizaciones de libertad de prensa me han respaldado, se han pronunciado y sido solidarias. A nivel internacional he recibido apoyo de embajadas, de organizaciones, de colegas, de medios y esto ha sido fundamental siempre para salvar mi vida. Yo creo que es público y conocido el respaldo que he recibido y tanto así que incluso en diciembre del año pasado, cuando se discutió el inicio del cuarto juicio, en las pruebas que solicitó William Merchán, él solicitaba investigar a todas las organizaciones nacionales e internacionales que me han apoyado históricamente para identificar si eran legítimas o no. Eso no tiene que ver ni con el hecho de tortura que yo sufrí ni tampoco tendría que ver con la acusación de la cual él debería defenderse, pero nuevamente el DAS, ahora, a nivel judicial, quería atacar a quienes a mí me han defendido. Sí, yo creo que estoy viva y me mantengo y siento que ese respaldo internacional a mí me da la voz y me da la fuerza necesaria para seguir.
Sophie Helle y Laura Carrasco