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Bombardeos en Jiguamiandó despiertan viejos temores

Bombardeos en Jiguamiandó despiertan viejos temores

No fue una noche cualquiera ese jueves 6 de diciembre en el territorio colectivo de Jiguamiandó, Chocó. Alrededor de las nueve de la noche, los habitantes de la Zona Humanitaria (ZH) “Nueva Esperanza” empezaron a escuchar unos ruidos fuertes[1] en el cielo, que trajeron malos recuerdos de los años noventa, cuando el conflicto armado estaba muy tenso y los bombardeos eran cotidianos. De repente, comienzan a llegar los aviones y empiezan los bombardeos, directamente al lado del asentamiento de la ZH “Nueva Esperanza”. Todo duró más de tres horas, sin pausa. “Eran cafires, estos de guerra, e iban lanzando las bombas una tras otra. ¡Esto sonaba tan fuerte! Temblaba como cuando hay un terremoto”, nos cuenta una habitante de la Zona Humanitaria. Al día siguiente, el 7 de diciembre, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP) realizó una misión de verificación, acompañada por PBI Colombia, para investigar lo sucedido durante la noche anterior y ver los impactos que dejó este operativo aéreo militar, tanto en el territorio como en los habitantes de la zona. Jigua_NE Según los pobladores, las bombas cayeron al inicio del operativo, a unos cinco minutos de la Zona Humanitaria, causando temor y zozobra entre la población civil por la cercanía de la operación armada de sus viviendas y las de sus familiares cuyas fincas se ubican todavía más cerca del lugar bombardeado. “Después de los bombardeos llegaron helicópteros”, comenta un habitante, y de ahí, por encima de la Zona Humanitaria, comenzaron las ráfagas, manteniendo a la gente atemorizada en sus casas, quienes prendieron antorchas, linternas y las plantas eléctricas para llamar la atención sobre su ubicación, como única protección en medio de la noche. Durante la misión de verificación los habitantes relataron que: “El ejército disparaba desde los helicópteros hacia objetivos que desconocemos. Volaban justo encima de nosotros; los casquillos de las balas cayeron incluso encima de los techos”. Una persona narra cómo uno de estos casquillos atravesó el techo de zinc, cayendo dentro de su casa y que sentían el miedo de no saber hacia dónde disparaba el Ejército, no había explicación alguna, ninguna información, solamente ruido y casquillos cayendo del cielo y se preguntaban: ¿Era la población civil el objetivo de la operación, era la población civil tomada como escudo? Al disparar desde el aire justo por encima de sus casas, existía la posibilidad que se diera una respuesta armada desde donde habían caído las bombas, porque se suponía que ahí debía de haber presencia de un actor armado, porque si no: ¿Por qué bombardearían este sitio? En terreno, la gente comenta que no se escuchaba nada desde el sitio al que los helicópteros estaban ametrallando – según ellos, no había nada ahí, ¿Por qué entonces un bombardeo? El último bombardeo que los pobladores de estas zonas humanitarias recuerdan, fue hace más de diez años. [caption id="attachment_10711" align="alignnone" width="1200"]Crateros1_blog En terreno, se pudo observar nueve cráteres[/caption] Testigos de los hechos relataron que, tras tres largas horas, alrededor de la una de la mañana, la zona quedó en silencio. Entonces la gente empezó a vislumbrar unas luces en el cielo, y de repente “una luz impresionante que alumbraba como si fuera de día, así como la estoy viendo ahora a usted”, nos describe una mujer cuando nos sentamos a conversar con ella un rato. “Veíamos como de día a los vecinos, nos íbamos saludando al ritmo de estas luces de bengala” bromea otra mujer, intentando sonreír a pesar del miedo y de los recuerdos que dejó esta noche. Las afectaciones a la gente, mujeres, niñas, niños, hombres, adultos mayores, son diversas. El impacto es psicológico para algunas personas que, inevitablemente, reviven momentos traumáticos del pasado o para otras que no habían vivido esto hasta ahora y temen que pueda volver a pasar. El impacto reviste entonces una dimensión física también cuando, unos días después, el trauma persiste y ciertas personas no logran conseguir el sueño, reviviendo cada momento al cerrar los ojos. Una mujer de la zona nos comparte cómo, días después del bombardeo se sobresalta cada vez que escucha los petardos que resuenan en esta época navideña. Esa noche las niñas y los niños lloraron y gritaron toda la noche, la onda expansiva producida por las bombas al explotar tan cerca hizo que un joven se cayera por las escaleras de su casa y a algunas personas todavía al día siguiente les dolían los oídos y la cabeza[2]. [caption id="attachment_10710" align="alignnone" width="1200"]Crateros 2_blog Los bombardeos causaron daños ambientales consecuentes[/caption] Operativos como los de esa noche hacen que recuerdos de otras épocas, mayoritariamente a finales de los años 90 regresen a las mentes de las y los que vivieron el desplazamiento forzado causado por las operaciones militares y paramilitares en el marco de la Operación  Septiembre Negro[3]  No obstante, los pobladores cuentan que todas y todos están firmes en que esta vez no saldrán a ningún parte, no se desplazarán más, aunque la presencia de grupos neoparamilitares parece acechar la zona y las comunidades[4]. “Aquí estamos en nuestras tierras, estamos en una Zona Humanitaria y todas las partes armadas deben de respetarnos como población civil”, concluye el hombre[5].
Manon Fenoy
Notas de Pie
[1]CIJP: Bombardeos afectan comunidades en Territorio Colectivo de Jiguamiandó, 8 de diciembre 2018 [2] CIJP: Verificación en Jiguamiandó por bombardeos, 11 de diciembre 2018 [3] CIJP: Colombia: Banacol empresa implicada en paramilitarismo y acaparamiento de tierras en Curvaradó y Jiguamiandó, mayo 2012 [4] CIJP: Presencia de grupo armado en comunidades en Jiguamiandó, 27 de noviembre 2018 [5] Contagio Radio: Comunidad de Jiguamiandó denuncia ataque militar aéreo, 7 de diciembre 2018