Bajo el techo azul de su capilla y la mirada de sus muertos, la Comunidad de Paz de San José de Apartadó se reunió por primera vez el domingo 24 de febrero con la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Tras un minuto de silencio en memoria de los numerosos miembros de la Comunidad asesinados en el transcurso del conflicto armado, el Presidente de la Comisión, Francisco de Roux agradeció a la Comunidad por su lucha y su coraje.
Creada por el Acuerdo de Paz entre el Estado Colombiano y la guerrilla de las FARC, la Comisión de la Verdad tiene como mandato el esclarecimiento y el reconocimiento de las violaciones de derechos humanos ocurridas en el marco del conflicto armado, promoviendo una amplia participación de las víctimas y de la sociedad. Por los tres próximos años, la Comisión estará recorriendo las regiones más afectadas del país para escuchar y recopilar el testimonio de la población colombiana, con el fin de crear garantías de no repetición y condiciones de reconciliación.
“Creemos en una reconciliación verdadera. No tenemos odio o venganza, lo que tenemos es memoria.”
Así es como Germán Graciano, representante legal de la Comunidad de Paz, describe la capacidad que tiene la Comunidad para promover una convivencia pacífica sin olvido. Este encuentro con la Comisión de la Verdad ofreció a la Comunidad la oportunidad de contar su verdad, contribuyendo, así, a un trabajo inclusivo de memoria que haga frente a un relato hegemónico. ¿Pero, cual es la historia de la Comunidad?
La Comunidad de Paz nació en 1997, momento en el que tanto las FARC como grupos paramilitares luchaban por obtener el control del territorio y de sus recursos, en detrimento del campesinado que era asesinado y despojado de sus tierras. En este contexto de violencia, campesinas y campesinos de la zona de San José de Apartadó y veredas aledañas deciden aliarse para poder permanecer en el territorio, sin involucrarse en intereses ajenos. Comienza, así, un proyecto de vida alternativo al conflicto armado, construido y mantenido por personas que creen en una vida digna libre de violencia.
[caption id="attachment_10814" align="alignnone" width="1200"] Francisco de Roux, Presidente de la Comisión de la Verdad, y miembros de la Comisión de la Verdad escuchando a un líder de la Comunidad de Paz[/caption]Tal y como expresó Doña Brígida, una de sus fundadoras y lideresas históricas, el proceso de la comunidad ha sido fruto de mucho “trabajo, dolor y serenidad”. Esta combinación ha dado lugar a la creación de grupos de trabajo que intentan asegurar la sostenibilidad de la comunidad, tanto desde la soberanía alimentaria como desde la educación alternativa de los jóvenes, entre otros. Estas iniciativas parten del trabajo comunitario que les brinda protección y les ofrece apoyo mutuo.
Sin embargo, las amenazas y hostigamientos persisten. Más de 300 personas de la Comunidad han sido asesinadas y el Estado Colombiano no parece dar una respuesta efectiva de reconocimiento y protección. De hecho, el padre de Roux resaltó “el gran golpe por parte del Estado a la forma de convivencia elegida por la comunidad”. Según ésta, existe un “plan de exterminio” en su contra y es por eso que, desde la masacre de 8 personas en las veredas de Mulatos y La Resbalosa en febrero 2005, no ha dialogado con instituciones del Estado.
[caption id="attachment_10816" align="alignnone" width="1200"] El Padre Javier Giraldo quien viene acompañando la Comunidad de Paz desde su nacimiento entrega el informe que recopila las miles de violaciones de derechos humanos que ha sufrido la Comunidad de Paz desde su fundación el 23 de marzo 1997 (trabajo hecho a través del Banco del Datos del CINEP)[/caption]Por todo ello, este encuentro con la Comisión de la Verdad fue un acto novedoso y significativo en el que la comunidad mostró halos de esperanza y de escepticismo. Por un lado, agradecieron los esfuerzos de la Comisión por escuchar y atender a su historia. Apreciaron también su intención de visibilizar la trayectoria de la comunidad, no sólo desde el sufrimiento sino desde la dignidad de lo que han construido. Por otro lado, no pueden evitar sentir dudas respecto a la capacidad de la Comisión para cambiar una situación de injusticia y opresión que no es cosa de un conflicto pasado. La historia que tienen por contar es una historia del ahora y del futuro.
Un miembro de la Comunidad aprovechó esta oportunidad para agradecer la solidaridad internacional que siempre han recibido en forma de escucha, comprensión y apoyo. “necesitamos amistades que no entiendan de plata”. PBI lleva acompañando y aprendiendo de la Comunidad de Paz desde 1999 y tal y como se presenta la actual situación de señalamientos, amenazas y presencia paramilitar, vamos a tener que seguir haciéndolo. Mientras, la Comunidad seguirá su camino de Paz hasta encontrar “la tranquilidad que les robaron”.
Maite Aguirrezabal y Coline Sovran