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Diario de una Brigadista

Diario de una Brigadista

Mis 10 primeros días como brigadista de terreno en el equipo de Urabá, PBI Colombia

Soy Itsaso, brigadista de terreno de PBI del equipo de Urabá. Tengo 31 años. Sí... Soy de las mayores del equipo y me siento nostálgica, alegre y, a la vez, orgullosa de mí misma por el recorrido realizado durante estos casi 7 meses como brigadista de terreno en Urabá.

Fueron tantas las emociones, incertidumbre, dudas, miedos y ganas que sentí cuando entré a terreno que será bonito hacer memoria, recordar aquellos días e intentar volver a saborearlos. Así que me pondré un poco de incienso, me haré una taza de té y un pequeño masaje antes de ponerme a recordar y comenzar este viaje en el tiempo.

Pienso en cuál fue la razón por la que comencé este nuevo proyecto... conocer de cerca las resistencias y luchas de las personas defensoras de derechos humanos y, desde mi posición y trabajo en PBI, poder acompañar sus procesos para construir un mundo en paz.

¡Preparadas, listas... Allá vamos!


Día 1

El avión con el que salgo de Bogotá llega a Carepa, municipio donde está el aeropuerto más cercano al lugar en el que voy a pasar los siguientes 18 meses. Salgo con mi compañera del avión y nada más pisar la primera escalera, siento cómo las gotas de sudor corren por mi frente. Hace mucho calor, un calor húmedo difícil de “aceptar” después de dejar el frescor de Bogotá. En la puerta nos espera un compañero del equipo, nos da un abrazo de bienvenida, nos presenta a uno de los taxistas y tomamos rumbo a Apartadó. Llegamos a la casa, que está cerquita de un parque, lo que nos da algo de frescor y tranquilidad. El resto de compañeras y compañeros nos acogen a las dos nuevas de manera muy cariñosa y con una sorpresa: pizzas caseras para cenar y empezar a conocernos.


Día 2

Mi compañera y yo tenemos día libre. En casa hay dos bicis, una de ellas, algo peculiar. Nunca me había montado en una así, de esas antiguas, que para frenar tienes que dar marcha atrás con los pedales y que tiene mugre (no sé si es por sus años de antigüedad y el uso que se le ha dado a la pobre). Juntas vamos a conocer el municipio, hacemos paradas para descansar y, en una de ellas, nos tomamos un rico jugo en una terraza en un parque lleno de flores. Bajo un sol aterrador y empapadas de sudor, conocemos el estadio, la casa de las mujeres y de juventud, la biblioteca municipal, la terminal de buses y las calles repletas de tiendas y personas invitando a la gente a entrar para no perderse la “última oferta del día”. Volvemos al rato, totalmente cansadas y conocemos a la compañera que nos ayuda en la limpieza y en la comida. A la noche, ya en casa, nos juntamos todo el equipo y algunas amigas y juntas disfrutamos de un bonito “parche” (plan en Colombia) bailando, hablando y escuchando música.

Desde ese día, no son pocas las noches que compartimos viendo películas, haciendo pasteles, compartiendo historias, jugando al “catán” y a un peculiar “parchís”.


Día 3

Primer día de formación. Primero conocemos bien la casa y los acuerdos de convivencia y después nos ponemos con el contexto. Estoy nerviosa y, a la vez, con muchas ganas de conocer la historia de Urabá. Las compañeras se lo han preparado muy bien y me parece muy interesante. Menuda singularidad de lugar: el eje bananero, los intereses políticos y comerciales, la historia de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó -víctima de numerosas masacres y otros graves crímenes-, el desarrollo del paramilitarismo en la zona, las dinámicas de los diferentes grupos guerrilleros… Más tarde, me ofrecen un libro sobre historia colombiana y, sin pensarlo dos veces, comienzo con la lectura. No sé las semanas que estuve llevándomelo de sitio en sitio, disfrutando de las curiosidades de un territorio tan diverso como Colombia.  En específico, desde este equipo de terreno acompañamos, por un lado, a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP) en la región del Urabá chocoano: por las cuencas de los ríos Curbaradó, Jiguamiandó, Cacarica… Algunas de ellas son Zonas Humanitarias, Zonas de BiodversidadY, por otro, acompañamos a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó en el Urabá antioqueño que, desde 1997, se declaró neutral al conflicto y lleva 25 años resistiendo en el territorio a través de la noviolencia afrontando numerosos ataques por ello. En la región también acompañamos a Dh Colombia, organización de bogados y abogadas con sede en Bogotá que, en la región, acompañan jurídicamente a la Comunidad en la recuperación y permanencia en su territorio.

Creo que después de aquella formación y autoformación, la cual no ha cesado en ningún momento, pude empezar a entender por qué esta zona ha sido tan golpeada por la violencia y cómo a su vez, las comunidades han tejido tantas propuestas alternativas y en resistencia al conflicto armado.


Día 4

Me siento un poco saturada con tanta información. Ya sabía que ser brigadista en terreno no iba a ser fácil e iba a tener su complicación, pero, no sé… todos los nombres, siglas, carpetas, formatos…  Pienso si seré capaz algún día de aprenderme todo esto y comparto la preocupación con mi compañera, también recién aterrizada. A ella le pasa lo mismo que a mí, lo cual me tranquiliza. Tenemos la formación sobre “actuaciones en terreno” y, al terminar, mi compañera y yo estamos un buen rato haciendo “roll playing” para ver cómo responder ante diferentes situaciones ¿Llegaré a estar preparada para ponerlo en práctica en terreno? Tengo muchas dudas en la cabeza…


Día 5

Primera reunión semanal. Por fin experimento la formación que tuvimos en Bogotá sobre horizontalidad y consenso. Estoy algo nerviosa y perdida al principio, aunque enseguida entiendo la dinámica del grupo, el objetivo de la reunión y comienzo a sentirme cómoda y a participar. Después de la reunión, seguimos con la formación. Demasiados conceptos y siglas en mi cabeza, la verdad... ¿Todo eso tendré que hacer? Las compañeras nos dicen que no nos preocupemos, que son muchas cosas pero que, poco a poco, sabremos el funcionamiento de cada una.

Recuerdo que durante estos días leí muchos artículos. Vi videos, documentales... y alguna que otra película por las noches para conocer mejor el contexto. Recuerdo un libro que me situó muy bien: “Colombia dentro del laberinto” de Jenny Pearce y “Ahí dejo esos fierros” de Alfredo Molano. Con estas dos lecturas conseguí situarme mucho más en este territorio, en sus vivencias, en su complejidad, en sus desgarradoras historias y también en sus infinitas formas de resistencia y de construcción de un mundo donde poder vivir mejor.


Día 6

Uno de los valores de PBI es el no-partidismo, en PBI actuamos de forma independiente y no-partidista. Yo como brigadista, lo tengo claro: el no-partidismo no significa neutralidad o pasividad ante la injusticia o la violación de los derechos humanos individuales y colectivos. Eso ya lo he visto en la propia Comunidad de Paz que, identificándose como neutral, está posicionada de una manera política, confrontando la violencia y resistiendo en el territorio para construir otro mundo posible, donde respetar los derechos humanos sea lo normal y lo cotidiano. Pienso en el no-partidismo hoy porque justo son las elecciones presidenciales en Colombia. Ya han dejado de sonar los altavoces de la campaña electoral. Hoy ya comparto responsabilidades con otras compañeras y me encargo de estar pendiente del teléfono. Por la tarde encendemos la televisión y vemos los resultados: han ganado Francia Márquez y Gustavo Petro y, al parecer, por lo que dicen las comunidades, hay posibilidades de cambio en Colombia…Una caravana de motos pasa por delante de la casa celebrando con alegría el resultado de las elecciones.


Día 7

Tengo día libre y decido ir a Turbo, localizado en la subregión de Urabá en el departamento de Antioquia, muy cerquita de Apartadó, entre Necoclí y Currulao. No está mal desconectar de tanta información y salir a conocer el territorio cercano. Me siento nerviosa mientras salgo de la casa “¿qué bus tengo que tomar? ¿Dónde me dejará?” Pregunto y me explican cuánto cuesta el trayecto y dónde tengo que bajarme. Me dicen que es mejor coger una moto taxi porque la playa está algo lejos de la estación de bus... El sol todavía no está con tanta fuerza (dicen que en Turbo el sol pega muy fuerte) y camino. Me recorro todo el paseo y me siento en una zona tranquila a leer y escribir mis primeras vivencias y experiencias de los primeros días. Se acercan muy amablemente a saludarme varias personas, pero yo sigo con mis lecturas. Al rato voy a la playa y me baño varias veces, efectivamente, el sol de Turbo está pegando duro. Recojo y tomo el bus de vuelta. Llego agotada a Apartadó. Me doy una ducha fría y refrescante, de esas que agradeces cuando estás con más calor en el cuerpo que de costumbre. Me pongo ropa cómoda y descanso con el buen sabor de boca de la experiencia vivida.


Día 8

Mi compañera se va a otro cuarto. Hasta este día, compartíamos habitación. Una habitación apenas sin aire. Cambio mis cosas de sitio, decoro a mi manera la habitación, pongo en mi celular la música que me gusta y disfruto también del silencio, que difícilmente se consigue en la casa con tanta gente en el día a día, donde convivimos y trabajamos. 

Tengo que aceptar, ahora que llevo 7 meses acá que, por un lado, está bien compartir cuarto pero que también es importante tener tu intimidad y tu espacio personal.

Hoy es también un día importante porque es la primera vez, desde que estoy, que vienen a casa personas acompañadas, y tengo la suerte de estar en la reunión con ellas. Por fin escucho y conozco de cerca sus necesidades y su análisis del contexto en territorio. Muchas de las zonas que nombran y sus problemáticas no las conozco todavía… pero estoy segura de que en unas semanas o meses podré yo misma preguntar dudas y hacer análisis con las organizaciones, como están haciendo mis compañeras. Y eso me motiva.


Día 9

Primer acompañamiento a terreno. Se me hace difícil explicar el torbellino de emociones que siento. Preparo junto con el compañero veterano (lleva ya un año y medio) la mochila donde metemos: las banderas de PBI para visibilizar nuestra presencia en el lugar donde vamos a estar, los imanes para visibilizar el auto en el que nos trasladamos, las botellas de agua, la comida, algún cuaderno en blanco, bolígrafos (“lapiceros”, como se dice acá), botas de goma, capucha para la lluvia, un libro para leer por las noches y ganas, muchas ganas. El acompañamiento tiene como objetivo brindar protección y visibilizar la presencia internacional en la Holandita, uno de los predios de la Comunidad de Paz, durante el desarrollo de la Universidad Campesina. Allí participan muchas otras comunidades que vienen de diferentes regiones del país para compartir sus propios saberes sobre temáticas como la soberanía alimentaria, salud, tierras y territorio. Estoy junto a mis compañeras en el lugar escuchando con atención la acogida y la presentación de la programación y funcionamiento de los 3 días de trabajo que tienen por delante. Esa noche apenas duermo de la emoción. Además, a la mañana temprano y todavía de noche quise levantarme para acompañar a las personas de la comunidad en el homenaje y misa que le hicieron a Eduar Lancheros, defensor de los derechos de los pueblos, filósofo, y una de las almas de la epopéyica iniciativa de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.


Día 10

Conocer y acompañar a las personas que ponen su vida y su cuerpo en la defensa del territorio es algo que después de estos 7 meses sigue emocionándome. Como podréis imaginaros… este día estuvo lleno de espacios de reflexión y diálogo. Yo acompañaba y escuchaba todo lo que podía, recordando que uno de los principios de PBI es la No injerencia. Por un lado, quería comportarme de manera cercana, humana, amable… conversar con la gente por un lado y por otra tener muy presente, la no intervención. Recuerdo que una compañera de otra organización internacional que también acompaña a la Comunidad de Paz de manera permanente en el territorio me vio escribir (mi idea era poder hacer un artículo sobre lo que estaba sucediendo en aquellos días en la universidad de Paz, de resistencia o también llamada campesina) y me dijo “al principio estarás escribiendo todo el rato, pero después dejarás de hacerlo...eso es solo al principio”. Supongo que de la emoción. Ahora han pasado 7 meses y aunque sí, en cierta medida, ya no escribo tanto como lo hice este día...sigo reflejando mis sentires, reflexiones, aprendizajes, retos y vivencias.


 Han pasado 7 meses y recuerdo con ternura aquella frase que me dijo un profesor y compañero en Euskadi (País Vasco, Estado Español): “PBI es una escuela de aprendizaje” y sí, es cierto. Todos los días aprendo, me deconstruyo, reflexiono y mejoro para poder acompañar de la mejor manera a aquellas personas que ponen toda su energía, fuerza, años y vida para construir otro mundo posible.

 Posdata: Tengo ya 4 hojas escritas de un diccionario de palabras colombianas: ahí van las 3 primeras palabras del diccionario:  "chévere", "tinto" y "parche". El resto podrán verlas si vienen por acá y podremos seguir construyendo desde el consenso y la horizontalidad.