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Las comunidades indígenas de Murindó: entre la defensa de la vida y de su tierra ancestral

Las comunidades indígenas de Murindó: entre la defensa de la vida y de su tierra ancestral

En el mes de agosto PBI acompañó a la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz en la comunidad indigena de Chageradó, ubicada en el resguardo Río Chageradó, del municipio de Murindó. Allí se ha desarrollado una asamblea entre autoridades y miembros de las once comunidades de los dos resguardo del municipio, Río Chageradó y Río Murindó. Uno de los temas principales de esta reunión fue cómo abordar el problema de las minas antipersonal que están afectando a todo el municipio. También, se habló de cómo preservar el modelo de la vida ancestral de las comunidades indígenas Emberá, sus derechos y su tierra sagrada.  Para llegar a la comunidad indígena Chageradó se necesitan tres horas en panga, cruzando siete ríos diferentes, incluso el Atrato, el Chageradó y el Ciénega, también conocido como “Agua Negra”. Muchos ríos en la región del Urabá terminan con la sílaba do, que en idioma Emberá significa río. El río es un elemento fundamental para la vida dentro de los resguardos. No representa solo la principal fuente de agua y de subsistencia, sino también unas de las principales “rutas” de conexión, tanto con otros resguardos como con el casco urbano de Murindó, y el lugar donde las y los miembros de la comunidad se reúnen para realizar tareas diarias. Además, dado el profundo vínculo de las comunidades indígenas con la naturaleza, los elementos de la selva están revestidos de un carácter sagrado que exige e invita al respeto. Por tanto, la defensa del territorio dentro de los resguardos también se desarrolla como mecanismo de construcción de convivencia y armonía con su tierra ancestral.  El territorio del municipio de Murindó, y especialmente sus dos resguardos indígenas, se encuentra ahora profundamente afectado por la instalación de minas antipersonal por parte de diferentes actores armados. Las minas violan el derecho a la vida y a la movilidad de los miembros de las comunidades, obligándolos a confinarse en los resguardos, o a costa de poner su propia vida en riesgo. De hecho, los enfrentamientos han generado desplazamientos masivos de unas comunidades a otras, forzando a las personas a cruzar los caminos veredales, donde el riesgo de encontrar artefactos es aún mayor. Además, las minas violan el derecho a la educación de los más jóvenes que, por miedo a los artefactos explosivos, están dejando ir a la escuela. Además de la organización entre las distintas comunidades, el proceso de resistencia y permanencia en el territorio cuenta con la Guardia Indigena, un colectivo compuesto por mujeres y hombres, que tiene como objetivo la protección de la tierra, en coordinación con las autoridades tradicionales y las comunidades, siendo así, guardianes de vida que promueven la defensa de los derechos. La Guardia Indígena se concibe como organismo ancestral propio y como un instrumento de resistencia, unidad y autonomía. Disfrutando del tiempo libre bajo la lluvia. El río Chageradó.  Guardia indígena (o Drua Wandra en idioma embera) con el típico chaleco azul y la “chonta”, o bastón del mando, que confiere un valor simbólico a la guardia y a su autoridad. Típicas telas de parumas, o palomas, tradicionalmente usadas por las indígenas Embera que las enrollan alrededor de la cintura como falda. Estas telas suelen ser muy coloridas y combinan figuras de flores, animales, líneas y círculos.  PBI. Miembros de varias comunidades indígenas participando en la asamblea. Vieja y nueva generación. La panga es el único medio de transporte para llegar a la comunidad, que se ubica a unas tres horas del casco urbano de Murindó. PBI.