En el mundo de los derechos humanos y el movimiento social hay unas vivencias únicas que no serían posibles sin la juntanza de varias personas con un horizonte común. Las luchas sociales y la defensa de derechos humanos son, inevitablemente, colectivas. ¿Por qué? Porque el sistema de poder -capitalista, heteropatriarcal y colonial- y la violencia sociopolítica son demasiado tenaces como para hacerles frente en soledad. En colectivo nos damos cuenta de que los impactos de la violencia son más comunes de lo que creíamos. Que lo que me pasa a mí, también le pasa a mi compañera, y eso ayuda a librarnos de culpas o malestares por el hecho de sentirnos afectadas. Y porque las violaciones a los derechos humanos contra las que luchamos tocan una fibra colectiva que va más allá del daño concreto causado: más allá del hecho victimizante, tambalean nuestro sentido de humanidad.
Muchas veces se escucha que la defensa de derechos humanos genera profundos sentimientos de soledad que son, a veces, aliviados con muestras de solidaridad, de compañerismo y alianzas. El acompañamiento psicosocial toma en consideración estas soledades, las pone en el centro, les da un marco de comprensión y trata de transformarlas. En estos contextos, la soledad se relaciona fácilmente con la desesperanza. Si me siento sola, no me veo capaz y si no me veo capaz, dejo de creer en lo que quiero conseguir. Y uno de los mayores objetivos de la violencia sociopolítica es precisamente fracturar, generar sentimientos de soledad, de incapacidad y de desesperanza. Pero ¿cómo no caer en la desesperanza? ¿cómo construir esperanzas? Esta es una de las grandes preguntas. Una posible respuesta sería: creyendo y fortaleciendo el colectivo y los procesos, para que estos nos equilibren un poco el sentido de humanidad que se nos tambalea.
[caption id="attachment_14883" align="alignnone" width="2992"] Encuentro Primeros Auxilios Psicosociales, MOVICE, San Francisco, Cundinamarca, junio 2022[/caption]Además, los colectivos y equipos que trabajan o se movilizan en contextos de violencia se enfrentan constantemente a hechos impactantes y a una tensión que pone a prueba su confianza y su capacidad de tratarse bien: “la confianza no es algo que se da, es algo que se construye recíprocamente y favorece al crear espacios para compartir, para hablar de nuestras expectativas y visiones, de nuestras emociones y también malestares. La confianza nos facilita empatizar y compartir la forma como el trabajo nos afecta, celebrar los logros y plantear desafíos, crecer personal y profesionalmente[1]”. Por todo ello es fundamental proteger el colectivo y los vínculos que se tejen en medio de la organización para defender la vida. ¿Cómo? A través del cuidado mutuo y cuidado colectivo.
Dentro de nuestras organizaciones y comunidades, tenemos miles de formas de trabajar, comunicarnos, manejar los conflictos y fortalecernos ante las adversidades. Éstas nos ayudan a realizar las tareas que necesitamos, sabiendo que cuantas más herramientas tengamos como grupo, mayor capacidad tendremos de conseguir nuestros propósitos. En el segundo nivel del círculo de protección[2] -herramienta que usamos en PBI- nos preguntamos: ¿Cómo estamos relacionándonos? ¿Qué quiere decir movernos en un clima bien tratante? ¿Qué valores expresamos y qué valoramos de nuestro trabajo? ¿Cómo nos gustaría comunicarnos y abordar conflictos internos? ¿Qué espacios institucionales tenemos para el cuidado de los vínculos, la cohesión grupal y la construcción de confianza? ¿Cómo acogemos a la nueva gente que entra en la organización? ¿Cómo trasladamos nuestras normas, protocolos y formas de trabajar? Muchas de estas preguntas tienen que ver con el fortalecimiento interno y la transformación de conflictos con herramientas de protección grupal.
[caption id="attachment_14884" align="alignnone" width="1920"] Encuentro Nacional de mujeres defensoras, Cahucopana y CCALCP, febrero 2022[/caption]¿Qué hacer para fortalecer el colectivo? Aquí algunas propuestas desde el cuidado mutuo y el cuidado colectivo:
- Crear espacios colectivos para conocer nuestras historias, trayectorias y vidas actuales, así como los miedos y valores que nos mueven, para fortalecer vínculos y ser capaces de identificar cuando una compañera está preocupada, inquieta o con alguna necesidad concreta de apoyo.
- Rondas emocionales en las que expresar cómo estamos y expresar necesidades. Si no se habla de las emociones, no se puede estar en sintonía con el grupo. Y no se trata de sentirnos expuestas y de mostrar nuestra vulnerabilidad todo el rato (aunque a veces sí se trata de eso), sino de crear mecanismos de conocimiento y cuidado mutuo que nos permitan reconocer los momentos en los que toca pensar o valorar algo en concreto.
- Tener una mirada y reflexión constantes sobre las relaciones de poder que se pueden estar dando al interno del colectivo, organización o comunidad basados en el sistema cisheteropatriarcal, capitalista y colonial en el que vivimos.
- Cuando hay eventos críticos es importante parar, valorar y dar espacios para procesar lo ocurrido en colectivo
- Dar importancia a la acogida de nuevas personas en la organización o colectivo, pensar la inducción y formación iniciales.
Por todo ello, desde el área de Apoyo a la Reconstrucción del Tejido Social de PBI apostamos por encontrarnos desde el círculo. Encontrarnos desde esa forma ancestral donde podemos hablar en igualdad y mirándonos a los ojos. La importancia de dar valor al grupo y fortalecerlo, como camino para construir, como dice la máxima zapatista, “un mundo donde quepan muchos mundos”.
PBI Colombia
[1] Vilma Duque Arellanos: “Hacia una Cultura del Buen-Trato y Bien-Estar. Promoviendo el autocuidado y cuidado de los equipos”
[2] Ver sobre el círculo en “Proteger el sentido” y “Proteger mente, cuerpo y corazón”.