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La Universidad de Paz: seguir soñando y resistiendo en los territorios

La Universidad de Paz: seguir soñando y resistiendo en los territorios

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó nació hace 25 años en medio de la violencia y el desplazamiento forzado. Campesinos y campesinas de diferentes veredas del departamento de Antioquia se organizaron para constituirse como comunidad neutral frente al conflicto, y construyeron una alternativa pacífica para preservar la vida y proteger su territorio. Desde entonces, la Comunidad de Paz, ha contribuido con su perspectiva y experiencias a numerosos procesos dentro y fuera del país. De hecho, uno de los legados que ha aportado la Comunidad de Paz, junto a otras 20 comunidades campesinas de diferentes territorios colombianos, es la Universidad de Paz y Resistencia o Universidad Campesina.

 Fue en el año 2004 cuando alrededor de 60 personas de diferentes comunidades campesinas se congregaron en la vereda de Arenas Altas, en el corregimiento de San José de Apartadó, y decidieron construir un espacio colectivo desde el que compartir conocimientos y estrategias que fortalecieran sus luchas territoriales. Obligadas a habitar en zonas donde la violencia sociopolítica es sistemática, la estrategia de estas comunidades fue, y sigue siendo, generar alternativas autónomas, cruzando academia y activismo. La Universidad de Paz es una apuesta colectiva que, durante todos estos años, ha posibilitado el intercambio de reflexiones y acciones de resistencia, con el objetivo de transformar el conflicto a través de la no-violencia.

Universidad de Resistencia: construir y fortalecer las comunidades compartiendo saberes y experiencias

A finales de junio de este año, la Universidad Campesina tuvo su segundo encuentro en el territorio de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. La Universidad hospedó a representantes de distintas comunidades indígenas, afrodescendientes, y campesinas, así como a organizaciones y procesos de base, como el CRIC, Ríos Vivos, Pan Rebelde, ConPazCol, y los Pueblos Nasa y Embera, entre otros. Además, la Universidad contó con la ponencia de personalidades reconocidas como la defensora de derechos humanos y política Gloria Cuartas, y el abogado y defensor de derechos humanos, Jorge Molano, entre otros.

La Universidad Campesina, ejemplo de vida digna y soberanía

Durante tres días los y las participantes intercambiaron saberes y aprendizajes colectivos en torno a la salud, la soberanía alimentaria, el Derecho Propio, la tierra y el territorio. Temas que, desde el primer encuentro de la Universidad en el 2004, siguen siendo centrales para la construcción de una paz estable y duradera con enfoque territorial. Asimismo, las comunidades rurales plantean alternativas a la crisis alimentaria y ecológica. Desde una perspectiva comunitaria que cuestiona el modelo extractivista, representantes del Pueblo indígena Nasa, del norte del Cauca, proponían encuentros interétnicos para sanar y proteger la tierra. “El territorio nos da la vida, tenemos que tratarlo de manera amigable y repararlo de la explotación”, afirmaban. Es lo que se conoce como proceso de liberación de la Madre Tierra: “regresar y ombligarse, volver a sentirnos parte de la Madre Tierra, dejar de explotarla y sentirla ajena a nosotras”.

Otra propuesta de las comunidades frente al expolio del monocultivo es recuperar las semillas ancestrales, poniendo el foco en la soberanía alimentaria. Reconociendo que esto no sería posible sin el trabajo que realizan las mujeres, que son las que siguen custodiando los saberes sobre la transformación de los alimentos. Aspecto central en la vida de las comunidades rurales, pues para ellas, “comer es un acto político” ya que tiene dimensiones simbólicas, espirituales, culturales e identitarias. Es el caso de la Comunidad de Paz, que produce cacao ecológico para dar a conocer la realidad de su vivencia en medio del conflicto, así como del peligro y la valentía de poner la vida donde siembran el alimento.

Estas fueron algunas de las propuestas de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas que, a pesar de la guerra, proponen la solidaridad como alternativa a la violencia sociopolítica, ya que son precisamente estas prácticas colectivas las que les han permitido resistir en el tiempo.

Ariane Paredes e Itsaso Palacio,

PBI Colombia.