Olga Araújo Casanova, quien siempre nombra sus dos apellidos para honrar a la mamá, es una educadora popular y defensora de derechos humanos, miembro de la Junta Directiva de la Asociación para la Investigación Social (Nomadesc)[1], organización radicada en Cali, Valle del Cauca.
Olga nació en Tumaco, Nariño, muy cerca de la frontera con Ecuador, en un hogar muy humilde donde tuvo la oportunidad de ser educada por dos padres que cuestionaban muchos aspectos del status-quo social. Olga empezó su trabajo comunitario en su ciudad natal, inspirada por esas enseñanzas; aunque fue en la ciudad de Cali donde profundizó su compromiso en el ámbito social y comunitario. Empezó trabajando en el caso del Jarillón del Río Cauca, un sector muy vulnerado por las políticas administrativas que, como afirma Olga, “hacen parte de la política de despojo histórica que ha vivido el país”. Trabajó primero en el Consejo Comunitario Playa Renaciente, donde se reunía con mujeres, muchas de ellas desplazadas y de contextos extremadamente vulnerables, en las que “encontró inmensos potenciales” y de las que aprendió muchísimo. Más tarde se integró a la asociación Nomadesc, donde coordina el área de educación, el área de incidencia y el de redes.
Nomadesc se dedica a asesorar y acompañar a organizaciones sociales, sindicales, cívicas, de mujeres, indígenas, afrodescendientes y campesinas en una de las zonas más azotadas por el conflicto colombiano y es acompañada por PBI desde el año 2011. La organización surgió a raíz de varios años de trabajo en conjunto con las comunidades afectadas por la agudización del conflicto social e interno del país. Se dedican a varios temas, entre ellos: la asesoría socio-jurídica a víctimas de casos de violaciones de derechos humanos, el trabajo educativo e investigativo y la incidencia política. Su misión es garantizar un acompañamiento integral en la protección de los derechos humanos. Nomadesc también ha realizado estudios sobre empresas nacionales e internacionales y derechos humanos y, por ejemplo, en la ciudad de Buenaventura ha apoyado la labor de resistencia de las comunidades locales por permanecer en su territorio frente a la expansión portuaria del mayor puerto de Colombia[2].
Como nos explica Olga, Nomadesc se enfoca en la protección de los derechos económicos, sociales, culturales, ambientales y de los pueblos que, según su visión, todavía están muy vulnerados. Cuando habla de los derechos de los pueblos se refiere a colectividades, a la cultura, a lo étnico. Colombia es un país multiétnico y multicultural y desde Nomadesc siempre afirman que se trata de “un gran pueblo de pueblos”. De hecho, hay alrededor de 115 pueblos indígenas[3], el pueblo campesino y el pueblo negro a los que se suman sus particularidades según los diferentes territorios. Para Olga, “tener en cuenta esta diversidad significa que, en cuanto a la educación, no se puede utilizar el mismo formato para todos y todas y también implica entender cosmovisiones, formas de ver la vida, y particularidades territoriales de cada pueblo y de cada región en Colombia”.
Otro aspecto a tener en cuenta es el tema de género donde, según Olga, falta mucho trabajo por hacer en el país. Es desde esta mirada que Nomadesc desarrolla su trabajo, a través de una labor que busca lograr conectar todos los diferentes aspectos. “No siempre es fácil responder a esa diversidad cultural”, nos comenta, “como tampoco es fácil responder a unas realidades como las que se enfrentan siendo defensor o defensora de DDHH en un país como Colombia que dice ser una de las democracias más antiguas del continente, pero que en la práctica se sostiene y se ha sostenido por la violencia sociopolítica. La violencia del país “ha sido una política que ha implicado, para varias generaciones, vivir ciclos de violencia diversos, pero que cada vez van siendo más sofisticados en términos de invisibilizar las implicaciones del Estado”. Según ella, la labor en defensa de los DDHH, “a pesar de que a veces haga enfrentarse a situaciones muy difíciles, también deja la satisfacción de poder aportar para una sociedad a la que aspiramos, transformando unas estructuras de poder que han estado históricamente y que son muy fuertes”.
[caption id="attachment_11407" align="alignnone" width="1200"] Olga Araújo Casanova con Berenice Celeita (Asociación Nomadesc)[/caption]
A pesar del difícil contexto, para Olga el baluarte más grande que tiene el territorio colombiano es su gente creativa y fuerte. Desde Nomadesc, en vez de hablar de “resiliencia”, prefieren hablar de recursividad, valentía, alegría y de los potenciales artísticos y culturales que tiene la población colombiana. Según ella, son éstos los elementos que, también en medio de las situaciones adversas, dan energía y permiten a la gente seguir adelante. Un ejemplo muy concreto y claro que le viene a la cabeza es el del pueblo de Buenaventura que, en medio de fuertes dificultades, sin un hospital digno para atender los quebrantos de salud de la comunidad, con el 71% de la población que sólo tiene agua durante ocho horas al día y el 40% de los ciudadanos que no tiene servicio de alcantarillado, donde el desempleo supera el 65%, y el 41% de las personas viven en la miseria[4]; “a pesar de todo esto, la población sigue alegre, receptiva y llena de hermandad”. Esas relaciones que llenan de energía son las que, según Olga, permiten a ese pueblo seguir trabajando.
Hoy en día, el Valle del Cauca es uno de los departamentos colombianos donde se registran más ataques a defensores y defensoras de derechos humanos, según los informes de la organización “Somos Defensores”[5]. En un contexto de constante riesgo, la labor que desempeña Olga, como todas las personas defensoras, es de suprema importancia.
Cuando le preguntamos sobre qué implica ser defensora, en términos de los riesgos que tiene que enfrentar cada día, nos explica que “ser defensor/a de derechos humanos en Colombia significa levantarse en la incertidumbre, no sabiendo lo que puede pasar. Significa enfrentarse cada día con miles de dificultades, que buscan frenar la labor, el compromiso y la participación en el ámbito político”. A pesar de eso, Olga no ve esta incertidumbre como algo solamente negativo, más bien cree que constituye el motor que permite estar a la expectativa, estar creando, renovando y estar resignificando aspectos de la realidad. Entre las dificultades que encuentra, Olga menciona las discriminaciones relacionadas con el uso de la palabra, la diferenciación que hace un público o un interlocutor cuando se trata de mujeres u hombres hablando, de cómo una mujer, para que le pongan atención, tiene que tener una voz y postura fuertes, unas expresiones corporales que llamen la atención, algo que, al contrario, no pasa con los hombres. Según Olga, para sobrellevar estas situaciones “hay que saber dominarlas, hay que buscar formas para hacerse valer y no dejar que estas dificultades aíslen. El machismo sigue siendo todavía muy fuerte en la sociedad colombiana y para ella es muy importante que las defensoras puedan tener un acompañamiento que les permita fortalecerse en este sentido”.
[caption id="attachment_11406" align="alignnone" width="1200"] "Dicen que es bueno tener utopías porque si uno/a no tiene utopías eso implica aquietarse, no tener movilidad para tu lucha diaria" - Olga Olga con Evelina[/caption]
Otro aspecto fundamental es el auto-cuidado, ya que “muchas veces manejamos más el compromiso hacia los demás y descuidamos nuestra vida personal. Creo que esa es una de mis luchas...”. Es muy difícil, siendo mujer, equilibrar el cuidado, el auto-cuidado y el trabajo como defensora. La sociedad también ejerce una presión fuerte, que hace que la mujer muchas veces se culpabilice por no haber dedicado las atenciones suficientes a su pareja, a sus hijos/as, etc, y eso tiene mucho peso. Para Olga, también éste ha sido un aspecto un poco difícil de manejar a lo largo de su vida. Sin embargo, con el tiempo ha podido desarrollar reflexiones que le permiten vivir más equilibradamente, a pesar de no ser fácil, y apoyar a aquellas que ahora están pasando por este proceso que son, sobre todo, las mujeres más jóvenes.
Olga ahora está en una gira en Europa, donde visitará varios países, para que la situación de las personas defensoras en el Valle del Cauca, las vulneraciones de derechos humanos y los procesos que acompañan desde Nomadesc, sean conocidos también en el exterior.
Evelina Crespi