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Mujeres líderes

“La lucha me ha hecho fuerte… me llena de vida”

Blanca Nubia Díaz lleva más de 30 años trabajando por la justicia y la verdad para las víctimas del conflicto armado en Colombia, esta lucha le ha hecho fuerte.  Conoce a PBI desde el año 2002 y siempre trae energía y alegría cuando pasa por la casa. Nació en La Guajira; su trayectoria en el trabajo por los derechos humanos fue más indirecta al inicio, porque no tenía conocimiento de los grupos armados del país, aunque sabía que había amenazas y asesinatos en su región. Empezó su carrera como enfermera y trabajó en comunidades indígenas en muchas regiones del país.

Los sacrificios de una lideresa, esposa y madre

Iris lleva apenas un año trabajando con la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos, (Credhos). Antes estuvo 14 años trabajando con la Asociación de Desplazados Asentados en el Municipio de Barrancabermeja, (Asodesamuba) y, también, ha participado en varias mesas regionales y nacionales de víctimas como coordinadora y vicepresidenta. Iris es víctima de desplazamiento forzado, por violencia, de la vereda La Esperanza, en el municipio de Cantagallo, (Sur de Bolívar).

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Del compromiso campesino al liderazgo político

Doña Irene Ramírez representa a una de las organizaciones campesinas más grandes en todo el país, una organización que tiene como objetivo la defensa integral de los derechos humanos para el campesinado del Magdalena Medio. Irene comenzó su trabajo con la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, (Acvc), en 2008, después de haberse involucrado en la lucha campesina desde niña. Aunque no estudió, sus padres siempre le enseñaron la importancia que tiene el campo para los colombianos y la necesidad de exigir el reconocimiento de los derechos de los campesinos, para que no tra

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Entre la selva y la ciudad

Sobre las orillas del río San Juan, junto a una espesa selva que une el Valle del Cauca con Chocó, hay un pequeño pueblo indígena wounaan nonam llamado Santa Rosa de Guayacán. Aquí, en una casa palafítica, hecha con rústicas tablas de madera y techo de zinc, (construcción característica de estas tierras ancladas en el Pacífico colombiano), nació hace 28 años Marcia Mejía Chirimía[1]. De niña pasaba el tiempo jugando con sus amigas en la quebrada; cuando creció, se enamoró y tuvo dos hijos.

Las mujeres de Puente Nayero

Lola y sus padres viajaron en canoa, por el mar, para llegar a Buenaventura, el viaje duró ocho días. Era 1956 y Lola tenía apenas ocho años. Sus padres construyeron una casa de madera sobre pilotes apoyados en el fondo del mar, en la que Lola iba a pasar toda su vida. Cuando la marea subía, la casa se convertía en una isla rodeada por el mar; cuando bajaba, Lola y sus amigas se metían debajo de las casas para jugar al escondite. El papá de Lola cortó palos y construyeron un puente para conectar su casa con las otras y con la tierra firme.

Contra viento y marea

A muchas mujeres su condición de víctimas les llevó a convertirse en lideresas que luchan en pro de los derechos de sus comunidades. En el proceso de paz están jugando un papel fundamental.
Los hombres y las mujeres han sufrido la violencia del conflicto armado y la violencia política que sufre Colombia desde hace décadas; no obstante, durante mucho tiempo, los sufrimientos de las mujeres han sido invisibles.

Mujeres por la paz

[caption id=»attachment_1293» align=»alignleft» width=»474»]Yolanda Becerra, directora de la Organización Femenina Popular (OFP) Yolanda Becerra, directora de la Organización Femenina Popular (OFP)[/caption]

Un movimiento contra la guerra

En las últimas dos décadas, mujeres líderes han fundado nuevas organizaciones de mujeres que gen