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Buenaventura

Nunca más regresó

Mi hijo Héctor era carpintero. Con todos mis hijos me llevo muy bien y con él, que era el mayor, aún mejor. Me acuerdo tanto del domingo 3 de agosto de 2014, me dijo: “Mamá, he conocido a una muchacha. Estoy enamorado”. Estaba muy feliz. El día siguiente, después del trabajo, lo llamaron supuestamente dos amigos. Luego vinieron por él para que fuera a construir la fachada de una casa. A mí me dieron mala espina, pero Héctor me dijo que no pasaba nada. Era mentira. Ya tenían un plan preparado para matarlo.

Buenaventura: El despojo del mar

La Asosiación para la Investigación y Acción Social (Nomadesc) trabaja en la defensa de los derechos humanos en la ciudad portuaria de Buenaventura desde el año 1999, cuando iniciaron las acciones de los frentes Pacífico y Farallones del Bloque Calima de las Autodefensas Unidades de Colombia (AUC), que dejaron una estela de crímenes, despojo, desplazamiento y desaparición forzada desde Cali hacia Buenaventura.

Las mujeres de Puente Nayero

Lola y sus padres viajaron en canoa, por el mar, para llegar a Buenaventura, el viaje duró ocho días. Era 1956 y Lola tenía apenas ocho años. Sus padres construyeron una casa de madera sobre pilotes apoyados en el fondo del mar, en la que Lola iba a pasar toda su vida. Cuando la marea subía, la casa se convertía en una isla rodeada por el mar; cuando bajaba, Lola y sus amigas se metían debajo de las casas para jugar al escondite. El papá de Lola cortó palos y construyeron un puente para conectar su casa con las otras y con la tierra firme.