Resistir en las aguas del Naya
I
Navegar las aguas limpias del río Naya es satisfactorio para los sentidos. Una frondosa vegetación irrumpe nada más dejas el océano Pacífico para adentrarte en esta cuenca: un zigzagueante camino fluvial en cuyas orillas se salpican 64 comunidades negras, todas ellas pertenecientes al Consejo Comunitario del Naya[1].